Un tal...
Corrían los años 80 cuando por no sé qué motivos me encontré en el viejo Tartiere, donde jugaban el Oviedo y el Langreo en una eliminatoria de la Copa del Rey. Hasta ahí, todo bien, pero cuando en el segundo tiempo Miera decidió hacer un cambio, mi asombro fue que se montó un cirio increíble. Yo pensé que era que la gente no aprobaba el cambio, pero, para mi asombro, era por el jugador que entraba, a razón de los pitidos. Y a las primeras de cambio hizo una jugada realmente increíble. Lo que fue realmente increíble fueron los «amables piropos» que le dedicaron. Menos guapo, de todo. Por avatares de la vida, tuve la ocasión de conocerle y hoy en día creo que puedo decir que ye una de las personas que más aprecio, junto a su círculo familiar. Eso me lleva también a que con el paso del tiempo me interese por la carrera deportiva –y a «sufrir» en la medida que corresponde– de su hijo, que esta semana fichó por el Vetusta. Sirvan estas líneas para desearle toda la suerte y todos los goles habidos y por haber en esta nueva etapa y que cuando salgas a los campos de fútbol con la camiseta azul lleves siempre con orgullo el mismo nombre y apellidos de un tal... Chus Hevia.
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