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El problema cde la sanidad

26 de Enero del 2012 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

Si hay algo de lo que los españoles nos tenemos que sentir especialmente orgullosos es de nuestro Sistema Público de Salud, uno de los mejores del mundo y líder planetario en trasplantes de órganos.

La sanidad, sin duda alguna, es lo mas importante, así lo entienden todos los ciudadanos, pero no todos los Gobiernos. Hay países muy ricos, como, por ejemplo, los EE UU, donde millones de personas no pueden acceder a una sanidad donde solo el que paga un caro seguro privado tiene derecho a intervención quirúrgica o a tratamientos de calidad, en contraste con países mucho mas pobres, como Cuba, donde no solo la gratuidad está garantizada para todos y hay hospitales que ya quisieran algunos en Europa, con tratamientos de vanguardia para enfermedades tan graves como el cáncer, sino que, además, se permiten prestar miles de médicos a otras naciones o destinar equipos sanitarios a lugares asolados por catástrofes naturales, que algunos ya casi tenemos olvidados, como Haití, donde los cientos de galenos y equipo sanitario cubanos acaban de informar que no se ha producido ningún nuevo caso de cólera, en el último año, en los departamentos donde prestan ayuda.

Pero la sanidad es cara, muy cara, y con la crisis económica nos hemos dado cuenta de que es imperativo racionalizar el gasto, introduciendo cambios, para que podamos seguir disfrutando de un servicio tan esencial.

Cuando los socialistas estaban en el Gobierno se hicieron algunos cambios legales que parecían progresistas, pero que en realidad eran un torpedo, con espoleta retardada, bajo la línea de flotación del Sistema Público de Salud. Nos estamos refiriendo a la ley que universalizaba la asistencia sanitaria gratuita para toda la población y al aborto gratuito, que se unían a otras partidas dolosas, como el turismo sanitario que padecían algunas CC AA. Porque, contemporáneamente, España estaba recibiendo millones de inmigrantes, muchos para trabajar en la economía sumergida, que no cotizaban a la SS ni pagaban IRPF, pero disfrutaban del gratis total sanitario, algo a lo que los ciudadanos, españoles o foráneos, que pagaban sus impuestos no tenían derecho, pues estaban obligados a pagar un porcentaje de las medicinas. Derivar las decenas de miles de abortos que se realizan en España a la medicina privada, porque muchos médicos de la sanidad pública se niegan en redondo a realizarlos, porque va contra sus creencias o conciencias, es un buen negocio para algunos, pero supone otra partida mas a sumar al agujero contable.

Los nuevos Gobiernos de las CC AA están haciendo grandes esfuerzos para poder sacar adelante unos presupuestos que cubran los servicios sociales básicos sin poner en peligro el déficit, pero eso es la cuadratura del círculo, pues, por ejemplo, los gastos sanitarios en algunas autonomías suponen casi el 50% del total del gasto, precisamente cuando mas necesaria es la inversión productiva.

Se están imponiendo los genéricos y se puede avanzar todavía mas en la gestión del personal exigiendo la dedicación exclusiva, pero son necesarias otras medidas adicionales para preservar la que debe ser, sin ambages, la niña de nuestros ojos, la Sanidad Pública.

No estamos a favor de eso que se ha dado en llamar copago, en realidad mas pago, porque la sanidad ya la pagamos los ciudadanos, pero sí de introducir algunas modificaciones que parecen imprescindibles. Para evitar los abusos habría que introducir un pago simbólico (entre dos y cinco euros) por acudir a los ambulatorios, salvo para los pacientes con enfermedades crónicas. También debería pagar todo el mundo un porcentaje de los medicamentos, incluidos los jubilados, para que no se dieran situaciones que todos conocemos, como los botiquines caseros, la venta en el mercado negro rumano de medicinas españolas y la contaminación de los acuíferos por lo que se desecha.

Las personas mayores, nuestros padres o nuestros abuelos, han luchado durante toda su vida por su familia y por este país y se merecen lo mejor, es en su propio interés que la Sanidad Pública debe tener las cuentas saneadas, para contar con los mejores equipos y poder reducir las listas de espera cuando mas lo van a necesitar. Pero hay jubilados con buenos ingresos, mejores que muchos jóvenes trabajadores, que no tienen porqué tener gratis total las medicinas.

No debemos tener complejos para tomar las medidas necesarias para preservar y fortalecer el Servicio Público de Salud, porque la irresponsabilidad y la demagogia no son progresistas.

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