Algo que sí podemos hacer
Se dice que ninguna Universidad española se encuentra entre las doscientas mejores del mundo. Apenas se puede creer, pero si es cierto, es para casi llorar, a pesar de la evidencia –que a veces nos consuela– de que existen en España no pocas y muy valiosas muestras, tanto por su mismo ser como por sus resultados, que merecerían clasificación más airosa.
Pero de esto tendrían que darnos buena razón quienes, en las universidades, se dedican a enseñar y dirigir, y no un servidor, que cuando ha ido por allí ha salido decepcionado sólo con ver cómo estaban las paredes y las puertas. Demasiadas pintadas y «bandos» ensuciándolo todo, pidiendo mil cosas, reivindicando libertades incluso cuando se tiene, dando una pésima imagen de aquello que tanto les cuesta también a quienes trabajan en profesiones alejadas de las aulas, creyendo, lógicamente, que su aportación está aprovechando a los estudiantes y que, por lo tanto, es un dinero bien empleado. Estudiantes que bien estaría que siempre lo fueran de verdad y lo parecieran, allí y cuando salen de allí, convencidos y dispuestos a llegar muy alto en beneficio de sí mismos y de la sociedad que todo lo sufraga, incluso la desidia de muchos y la pérdida de tiempo, precioso bien en brazos de una juventud que se va muy pronto, que muy pronto dice adiós. (Todo lo dicho, con las debidas y muy honrosas excepciones).
Lástima, por otra parte, que existan tantos jóvenes con ánimo de superarse que no gozan de la oportunidad de acudir a la Universidad. Lástima que otros se hayan hecho muy mayores sin haber tenido la posibilidad de cursar estudios superiores teniendo vocación y aptitudes para ello pero a los que diversas circunstancias empujaron por otros derroteros. Estudios que, sin embargo, pagan para muchos que no siempre saben valorarlos ni se vuelcan en ellos con el debido interés. Cuestión de actitud.
Pero vamos a cambiar de canal. Hay algo que sí podemos hacer los que somos simplemente paisanos de a pie. Hay algo que podemos hacer quienes en la Universidad no tenemos nada que hacer, aunque sólo sea por aprender ortografía y no enviar esos mensajes a la tele. Siempre podremos entrar en contacto con los libros, esos buenos y leales amigos que te conceden la libertad de cerrarlos cuando toca descanso. Amigos que no te fallarán y cada día enseñan algo que no sabíamos ayer. Todo está en los libros. Tenemos que dedicarles algo de ese tiempo que solemos perder. Son los libros una de nuestras asignaturas pendientes. Encontraremos en ellos saberes, amistades y placeres. Cada una de sus páginas nos abrirá caminos desconocidos, en todos los ámbitos. Caminos antes ignorados, conocimientos y matices que nos eran extraños, otra manera de ver, entender y valorar la vida, todo aquello que hace vivible y más hermoso el mundo que nos rodea y cobija.
Todos, en la Universidad y fuera de ella, con el apoyo de los actuales medios tecnológicos y la aportación valiosísima de los libros, todos podemos hacer mucho más encaminado a superar esa «regresiva manía de andar hacia atrás» que ya lamentó en su día doña Emilia Pardo Bazán.
José María Jesús González
Madrid
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