Carta abierta a doña Bibiana Aido
Muy señora mía: Tengo algunas preguntas para usted, pero en primer lugar quiero presentarme.
Me declaro creyente, cristiana. Responsaste con la fe que confieso me pongo del lado de los últimos, de los marginados, de los que están en el umbral de toda clase de pobreza, instalados en el malestar social y que, en esta querida España nuestra, rondan los ocho millones de personas y, estos datos, son anteriores a la actual crisis.
Como no podría ser de otra manera, al situarme del lado de los que no tienen voz, doy mi apoyo a aquellos que por no tener no tienen siquiera entidad jurídica. Hablo de los seres humanos en proceso de gestación, a los que la nueva ley del aborto, con toda impunidad, les merma toda esperanza de vida. Ahora bien, si cualquiera de estos indefensos seres viene prematuramente a este mundo, pongamos por caso a las 22 semanas, y su gestante en nombre de la libertad desea retorcerle el pescuezo y echarlo al contenedor de basura, cometerá un acto punible, y el desecho humano deberá ser nombrado, registrado y enterrado.
Doña Bibiana ¿no cree que sería el momento de proponer soluciones legislativas avanzadas, iniciativas pioneras, que dotaran de protección jurídica al nascituro, el ser más débil, desprotegido y en total indefensión en la actualidad?
En segundo lugar me declaro ciudadana contribuyente con deberes y derechos, y tengo la suerte de vivir dentro de un sistema democrático, en una sociedad moderna y plural, no de pensamiento único. Echo de menos por tanto soluciones legislativas, con dotación presupuestaria, para todas aquellas mujeres que, ante un embarazo inesperado, tengan asesoramiento y suficiente apoyo moral y económico para decidir el futuro de su hijo, planteándose otras vías que no pasen forzosamente por el aborto.
Permítame que le diga que su progresía y feminismo me parecen de un rancio insoportable, no aportan nada nuevo, es más de lo mismo, cargar sobre el más débil. En las propuestas de la nueva ley del aborto, los seres humanos que presenten una discapacidad (síndrome de Down, espina bífida, y un largo etcétera), pueden ser eliminados antes de nacer, se selecciona a los seres humanos, no se acepta la diferencia. ¿Se ha parado a pensar cómo se sentirán todas aquellas personas con alguna discapacidad, y recalco, personas, con su dignidad que viven en sociedad? ¿Cómo se sentirán sus familias, que los quieren, los han arropado, han luchado por sus derechos y se sienten orgullosos de ellos? Seleccionar a los seres humanos trae a la memoria páginas muy cruentas de las historia del siglo XX. Su discurso, rezuma un machismo arcaico. Los problemas todos para la mujer, ¿dónde queda la responsabilidad de los hombres?
Apueste por iniciativas pioneras, como podría ser crear una nueva asignatura obligatoria, evaluable, tanto en la escuela pública como en la concertada. Asignatura en la que a niños y niñas se les enseñe en igualdad desde la tierna infancia, con clases prácticas escolares y extraescolares, en donde aprendan a poner la lavadora, tender la ropa, planchar, coser ese botón impertinente que se descuelga de la camisa, o ese jaretón que anda desgarbado. Que aprenda niños y niñas a hacer camas, pasar la fregona, comprar y cocina, limpiar retretes, etcétera, etcétera. Así cuando ellos y ellas trabajen fuera y dentro del hogar estarán en igualdad de condiciones. Sería una buena educación para la ciudadanía.
Esfuércese en ser más creativa. Las empresas en un sistema capitalista no están para perder, ni son dependencias caricativas. para que la mujer no sea rechazada por estar embarazada se debe legislar un sistema compensatorio, atractivo y eficaz para la empresa. Promueva guarderías en las grandes empresas, en los polígonos empresariales, y empiece por dar ejemplo en las propias empresas del Estado y para toda la escala social, no sólo para ministras.
No le tiemble el pulso a la hora de promover la investigación científica. Métodos, tratamientos, dispositivos, píldoras anticonceptivas aplicadas para los hombres. La procreación es cosa de dos, y exige sacrificios por ambas partes corresponsabilidad.
Que ellos también se llenen de hormonas, y que les crezcan los pechos si es preciso, todo en aras del progreso y la modernidad.
En fin, ya termino, no se me asusten los hombres por el camino que vamos estamos muy lejos todavía de una auténtica igualdad de género, si acaso la paridad en el gobierno y con eso ya cumplimos. Los hombres seguirán disfrutando plenamente de su cuerpo y de el de ellas, pues al fin y al cabo como siempre, ellas pagarán los platos rotos.
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