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Fasad, centro La Arboleya, ¡basta ya de callar!

12 de Febrero del 2012 - Cristina Terente Álvarez (Llanera)

Con fecha 15 de enero del presente, se publicó en este periódico una carta en relación con el funcionamiento de Fasad y de la «encomiable» labor de su actual gerente don Rolando Fernández Iglesias. Dicha carta, a la que me veo obligada a contestar, la firma don Eduardo Errasti, director del CAI de Turón, dependiente directamente de Fasad, cuyo gerente, don Rolando Fernández, lo ha nombrado a dedo como se hace con los demás directores, ya que no se convocan las plazas.

Con todos mis respetos al señor Errasti, he de manifestar que no se ajusta a la verdad, al menos en lo que pasa en el CAI de Meres.

Yo, como hermana de un usuario del CAI de La Arboleya, también voy a ejercer mi derecho para hablar y contar cómo la dirección de ese centro deja mucho que desear. En cuestión de un año han pasado por él cuatro directores, lo cual indica que algo no va bien.

Digo por delante que la labor de los profesionales que trabajan directamente con mi hermano es estupenda, ya que no sólo se preocupan de él como trabajadores cualificados para ello, sino también como persona con necesidades específicas y ciertos problemas de salud.

Ahora bien, mi familia y yo sentimos que cada día tenemos que «librar una batalla» para luchar por sus derechos y para que sus necesidades sean cubiertas como se merece.

Por ello, aprovecharé este medio para denunciar que:

Para poder comunicarnos con los profesionales que atienden a mi hermano Tomás: fisioterapeuta, psicóloga, tutora, trabajadora social... tenemos que hacerlo siempre a través del director, don Macario Fernández Cuervo, y contando con su previa autorización haciendo que la comunicación sea muy lenta y poco práctica, ya que se tarda hasta semanas en mantener la entrevista.

En las reuniones mantenidas con los distintos profesionales siempre tiene que estar presente el director, vulnerándose el derecho a la intimidad del usuario y su familia y el secreto profesional. No es posible mantener reuniones privadas, ni tan siquiera comentar de manera informal el día a día de mi hermano con cualquier profesional. De hecho, una trabajadora del centro fue denunciada por charlar con mi padre acerca de mi hermano.

Casualmente, la fiesta de Navidad de este año se celebró a partir de las 17.00 (hora de salida de los trabajadores) y a la que no estaban invitados, con el objeto de no hablar con los padres y/o tutores que asistían al acto.

Observamos por parte de la dirección una falta de formación y conocimientos sobre discapacidad y los problemas asociados a ella. Desconocen la existencia de aparatos médicos para la rehabilitación respiratoria o de las medidas necesarias para controlar los niveles de azúcar en sangre (pesaje de alimentos...).

En la carta publicada el pasado día 15, se cita que los centros cuentan con fisioterapeuta. Cierto es, aunque habría que matizar, que el horario de la citada profesional es de 09.00 a 13.00 (los usuarios empiezan a las 10.00 h) para atender a todos los usuarios del centro. En el caso de mi hermano, acude a las sesiones con otros tres compañeros, quedando reducida por tanto su atención a un cuarto de hora a la semana. ¡Vaya lujo! Quede claro que cada usuario realiza una aportación económica en función de sus ingresos y patrimonio.

En cuanto a la terapia con perros, comentar que sí es cierto que durante años se llevó a cabo dicha terapia en el centro con buenos resultados y fundamentación científica. Pero, de buenas a primeras, se sustituyó el trabajo de tantos años con distintos profesionales cualificados y perros de terapia, por la inclusión de una perra que los usuarios y tutores cuidan y pasean, pero en ningún caso puede ser considerado como terapia.

Con relación a la actividad de «spinning», comentar que el centro dispone de bicicletas y triciclos que se supone que deben estar al servicio de los usuarios, pero que están guardados y no se usan. Casualmente, el día que estaba prevista una inspección estaban todas bien aparcadas a la puerta del centro. ¡Qué bonito!

Para nuestra familia, esta situación resulta muy desagradable. Nos gustaría que las relaciones fuesen fluidas y cordiales, pues la educación y atención de mi hermano es fundamental. Hemos trabajo de ser pacientes y respetuosos, pero nos hemos visto obligados a salir a este medio para denunciar una situación que se lleva produciendo desde hace tiempo.

Esperamos que estas irregularidades tengan una pronta solución por el bien de todos los usuarios y trabajadores del CAI La Arboleya.

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