La hora de los gigantes
Son una mayoría muy absoluta los políticos de la palabra necia y del silencio cobarde, y hace ya mucho tiempo –demasiado– que de ellos no mana algo parecido a una idea (existen, eso sí, eslóganes de ocasión y juegos de palabras para consumidores del ingenio out-let). El cálculo electoral –que es cosa de las máquinas y del marketing– dejó apagado el genio político –que es cosa de personas y tiene como fin la vida común–. De modo que ya no hay sólo que desconfiar de los políticos de turno. Ahora se trata de ni siquiera escucharles; al menos hasta que no cambien.
Suerte que mientras se opera ese milagroso cambio, nos quedan las palabras de los sabios y la música; y suerte que todo eso nos permita alumbrar proyectos y redoblar el entusiasmo por las cosas buenas (como demostraba LA NUEVA ESPAÑA con la publicación de un artículo valiente a favor de la vida, rematado por unas letras de «Fito y Los Fitipaldis»: «Déjame nacer, que me tengo que inventar»).
Lo que también pasa nos lo dice el título de último disco de coque Malla. Es «La hora de los gigantes». Es el momento de no callarse, ni en público ni en privado. Es ya la hora de desvelar el engaño y de proclamar la realidad: En España se destruye la vida, se mata a niños indefensos, se asesina y las leyes callan; y nosotros nos callamos, y nos hacemos cómplices porque ya no sabemos ser valientes (quizá porque verdaderamente valientes nunca lo hemos sido). En España se mata y se angosta el futuro. La sangre de los niños nos ha embotado la mente; y por eso nuestro único y lamentable recurso consiste en ahogar con más sangre los embarazos no queridos.
Pero es «la hora de los gigantes». Es tiempo de ayudar de mil modos a las madres embarazadas y a sus hijos (ellos son los verdaderos «gigantes»); es el momento del esfuerzo mantenido, de la adopción y de inventar muchos otros caminos válidos. Sépalo usted y difúndalo entre sus amigos (en los blogs, en la fábrica, en la oficina, en los autobuses urbanos; por doquier). Extienda esa idea innovadora y valerosa; y hágalo antes de que los políticos de uno y otro lado vengan a confundirnos.
Es la hora de los gigantes. Tenemos que salvar vidas.
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