Las cofradías de Don Camilo y Peppone
¿Se acuerda el lector de la película «Don Camilo y el honorable Peppone»? El que se acuerde, entenderá perfectamente el símil, al que no, le recomiendo que la vea o en su defecto, se informe del guión.
Esta película, en clave de comedia, escenifica las «batallas» entre el párroco don Camilo y el honorable comunista Peppone. Por consiguiente, dos culturas y dos formas tan opuestas tradicionalmente a través de los siglos.
Viene como ejemplo para comprender el tumulto que los nuevos «Peppones» están formando en el interior de las Cofradías (que serían en este caso las de don Camilo).
Las cofradías –no se le olvide al lector– nacen hacia el siglo XVII, como pioneras en la defensa de la Inmaculada Concepción de María. Por tanto, algún hilo conductor se puede extraer de la «defensa de la concepción», es decir: del no nacido, en este siglo.
¿Si hay un salto cuantitativo en el tiempo (siglo XVII al siglo XXI), porque no, en la misma defensa de entonces, aplicada a la defensa de la vida? Si en el pasado no se consideraba «política» ¿por qué lo va a ser ahora? ¿O es que son los mismos Peppones, que durante unas horas, unos días, comparten «Las trabajaderas» y el «Palio» de don Camilo, y a continuación corren a votar, a partidos pro-abortistas?
¿No es esto una incongruencia impropia de un acto marcadamente católico, cristiano y de expresión de nuestra fe y nuestra moral, de la que es depositaria tradicionalmente la Iglesia?
Que nadie hipócritamente llame política lo que no lo es; y que por cierto, siempre proviene de los mismos, y porque no decirlo de «otros» que llamándose católicos son acomodadizos, tibios y bastante timoratos. La Semana Santa y sobra el recordarlo, es una representación católica, de origen cristiano, bajo el manto de la Iglesia, donde sus cofrades debieran de ser realmente fieles, a lo que representan. Experimentar en su interior lo mismo que pretenden que los demás experimentemos al paso de una procesión. ¡Es la Semana Santa, no las Fallas de Valencia ni la Feria de Abril!
Y si en su momento las cofradías supieron defender la Inmaculada Concepción, hoy pueden y deben defender «el producto» de esa Concepción, que repito es el no nacido. Es por tanto una vida humana, que nunca estuvo tan indefensa como hoy.
Digo más: de nuevo la Iglesia vuelve a quedarse sola ante la defensa del más débil. Y como leí en un artículo muy clarificador, donde se decía: «Se está muy calentito en las sacristías, pero hoy toca salir a la calle y ‘mojarse’».
Por eso ya añado que ya no valen los contubernios de los «Peppones» dentro de los actos de «Don Camilo», por muy honorables que sean los primeros. Hoy cada cual, debe de ser consecuente consigo mismo, y con sus creencias.
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