Pido la palabra
El pasado martes 24 estuve allí...
Participé en lo que pude, escuché, observé y sentí.
Cuando llegamos l@s primeros, apenas había nadie. Poco a poco fueron llegando algun@s más asomándose tímidamente entre las columnas que sostienen los arcos de la plaza Mayor. Esperaban el momento adecuado, supongo que también esperaban no tener que ser los primeros, ese dichoso sentido del ridículo que nos persigue incluso en las causas más nobles, como era el caso.
Entonces exhibimos nuestro cartel con la foto de Marta del Castillo y se fueron acercando a depositar sus velas alrededor de la farola que corona el centro de la plaza. Llegó la pancarta, llegó el megáfono y los corazones de los allí presentes comenzaron a latir al unísono, golpeando con fuerza, conteniendo una emoción silenciosa, pero palpable.
Pero faltabas tú, sí, tú, y tú, y tú también, sí. Faltaste y fallaste, y lo sabes.
Faltaron también aquell@s que, sabedores de que la justicia nos está fallando, y los responsables de aplicarla también, deciden mantenerse fuera, al margen, l@s que viven sobrevolando la zona como buitres, l@s que viven a diez palmos por encima del resto de los mortales, como si a ellos o a sus hij@s nunca les fuese a pasar nada, como si sus conciencias se hubieran ido de vacaciones hasta nueva orden... sí, me refiero a nuestros queridos políticos, que taaaaaanto se preocupan por estar cerca del pueblo y bajar de sus mundos elitistas durante las campañas electorales, ¿verdad?, tal vez se despierten en aras de otra causa que les traiga algún tipo de beneficio personal, porque hay quien tiene por norma no hacer nada a cambio de nada, y en eso, la clase política, con todos mis respetos, se lleva la palma. A ésta me dirijo, pero no para recriminar que no estuvieran allí o que se hicieran los locos con este asunto, sino para decirles alto y claro que ni falta que hacía, así que, gracias por no venir, lo que sobra en este país son demagog@s y charlatanes varios.
Pero, volviendo al tema (que me ciego), a quien realmente sí echamos de menos, a quien esperábamos ver llegar mientras mirábamos el reloj con nerviosismo, a quien pensábamos recibir con aplausos y esperanza fue a ti; a ti, que tienes entre 15 y 25 años; a ti, que deberías estar llen@ de ira y rabia ante tanta injusticia, que deberías sentirte identificad@ con Marta del Castillo y su entorno; a ti, que formas parte de la esperanza de todos nosotros; a ti, que esperábamos verte llegar en bandada con más gente como tú; a ti, que no hace tanto estabas indignad@ y ocupabas esa misma plaza reivindicando una sociedad más justa y condenando el sistema; nosotr@s fuimos a apoyarte, ¿recuerdas?... parece ser que no, porque lo cierto es que, finalmente, no apareciste, mi querida juventud asturiana.
He visto botellones con más movilización que esta protesta silenciosa pidiendo algo tan elemental e imprescindible en una democracia como es: justicia. Es triste, pero es lo que hay. Supongo que cualquier otro día llenarás esa misma plaza para protestar si no te gusta la nueva camiseta de tu equipo favorito, seguro que sí.
Pero lo triste es que quienes trabajamos para conseguir que esto se hiciera, quienes estuvimos allí pelando frío, estuvimos por y para ti, para que nunca te pase lo que le pasó a Marta, para que tu padre y tu madre no mueran en vida, para que no te dejen tirad@ en sabe Dios dónde hasta que te desintegres sin que l@s que te quieren puedan despedirse de ti. Lástima que no seas capaz de verlo o, a lo peor, que no te importe en absoluto, claro igual porque la muchacha era de Sevilla y eso queda ¿muy lejos? No sé, pensad un poquito, si sois capaces de dejar a un lado vuestro amado yo, os aseguro que la vida se ve de otro color cuando te das cuenta de que hay más gente que un@ mism@. Otra vez será.
Dicho esto, con o sin vosotr@s, y como dijo Pachi Poncela:
Fuimos Marta, somos Marta y seguiremos siendo Marta.
Esther Fernández
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