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Preguntas de difícil respuesta

30 de Enero del 2012 - Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Madrid)

¿Está anquilosada nuestra sociedad o sólo lo parece? ¿Es real el pasotismo que a veces se percibe en los individuos cuando, ante la desgracia de los demás, esconden su cabeza como avestruces porque a ellos no les afecta? ¿Se puede hacer algo como sociedad por cambiar las cosas, o es que la abrumadora impotencia que se ha apoderado de los ciudadanos les hace permanecer impávidos a la espera de que los saquen del negro pozo aquéllos que en él los han metido? ¿Cómo debe de reaccionar la sociedad ante los reveses económicos que se le han venido encima como una maquinaria potente que ha ido, y va, sembrando ruina y desolación a su paso? Preguntas de difícil respuesta.

Llama poderosamente la atención la omnipresente ausencia del ejercicio de autocrítica y de la falta de toma de conciencia por parte de los responsables públicos de este país respecto al desastre de sus gestiones, de sus muchas equivocaciones, manipulaciones, mentiras, abusos y prevaricaciones. De cuando en cuando, sale a la palestra algún asunto de abuso de poder o de flagrante corrupción, unas veces gracias a la investigación realizada por ciertos medios de comunicación, y otras, por los propios interesados convertidos en verdaderos expertos en el ejercicio de culpar con vehemencia al contrario y de proclamar a gritos su propia inocencia. Pero, eso sí, lo hacen con limitaciones, porque si "tiran de la manta" demasiado les puede perjudicar y hacer caer en su propia trampa, lo cual les acaba convirtiendo en cómplices de la ocultación y en el de la más vergonzosa hipocresía.

A los ojos de los ciudadanos, todos ellos, políticos y tecnócratas, son sospechosos de corrupción. Sin embargo, los propios ciudadanos sienten que los responsables de actuaciones tan delictivas como la estafa, la expoliación, el mal uso del dinero público, o el de su apropiamiento indebido, no son castigados como debieran serlo, por lo que desconfían de la justicia al saber que, el dicho de "quien la hace la paga", es ley que rige para todos ellos, pero que se desvanece cuando se trata de aplicarla a los todopoderosos, que cuentan con los mejores abogados, silencios millonarios e influencias que alcanzan hasta los más altos tribunales. Y si al final resultan culpables confesos: ¿Cuál es la pena? ¿Y, dónde queda la restitución de los sustraído o malversado?

El presente de nuestra sociedad está construido de muchas pérdidas, no sólo laborales y económicas, educativas y de justicia, sino también de muchas ganancias negativas, en las que sigue prevaleciendo la cultura del todo vale y del dinero fácil por encima de la cultura del mérito y del trabajo. Hay una gran falta de grandeza, de ética y de moral, y una enorme carencia valores, pilares que dignifican la vida del hombre y de la sociedad a la que pertenece, y de todo ello, quienes se llevan la "palma" son los pusilánimes narcisistas que se creen dueños y señores de las Instituciones del Estado.

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