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El gélido febrero de 2012

31 de Enero del 2012 - Carlos Blanco Valle (Ribadesella)

Los asturianos sabemos bien que febrero es el mes más nivoso y junto con enero también el más frío.

A lo largo de la historia reciente, grandes olas de frío han azotado el territorio astur durante el segundo mes del calendario anual.

Uno de los meses de febrero más fríos y nivosos que se recuerdan fue el del año 2005.

Fue un periodo de frío continuado que abarcó casi todo el mes y primeros días de marzo, dejándo varias mínimas bajo cero en todo el interior y nevadas muy cuantiosas en media y alta montaña.

En Lagos de Covadonga y Sotres llegaron a superarse los dos metros de espesor, alcanzando la nieve el tejado de las cabañas.

En aquella ocasión la nieve cayó en la costa sólo anecdóticamente.

La temperatura media del mes fue la más baja en 50 años.

Si retrocedemos en el tiempo, nos encontramos con la invasión polar marítima de febrero de 1983.

En esos días las nevadas golpearon Asturias, cubriendo con un grueso manto blanco campos y carreteras, montañas pero también costas y playas.

La situación, extraordinaria en cuanto a nevadas, se prolongó una semana.

Pero sin duda ha habido un mes de febrero que ha marcado una efeméride meteorológica por lo frío y nivoso del mismo.

Lo acontecido en Asturias, e incluso con más fuerza en otros puntos más orientales de España, durante el mes de febrero de 1956 es, por su magnitud, el episodio invernal más destacado desde que funcionan los observatorios y hay registros.

Se trató de tres invasiones de aire polar siberiano consecutivas. La primera entró por los Pirineos los primeros días de aquel mes, dejando la temperatura mínima oficial más baja registrada en un observatorio español. Se trata de los -32ºC del lago Gento, en el Pirineo de Lérida, medidos el 2 de febrero de 1956.

En la localidad oscense de Canfranc se alcanzaron -21ºC, en Palma de Mallorca -10ºC, en Barcelona capital -6,6ºC, en San Sebastián -12,1ºC y en Sevilla -5,5ºC, por hacer un rápido dibujo de cómo afectó el aire polar a toda la geografía peninsular.

En Asturias los valores también fueron extremadamente bajos, aunque no se superó el récord de -6,0ºC del 7 de enero de 1985 en Oviedo.

Lo más inusual es que el frío gélido duró todo el mes.

En este punto me gustaría explicar como se producen estas olas de frío siberiano.

Cada invierno, en Siberia se instala un potente Anticiclón que mantiene casi estática la masa de aire de la región.

La mayor presión atmosférica jamás registrada en el planeta, ha sido de 1083,5 hectopascales, el 31 de diciembre de 1968 en Agata, Siberia, Rusia.

Esa masa de aire debido a los cielos despejados y la escasa luz solar, se va enfriando progresivamente, hasta que en enero alcanza en superficie temperaturas gélidas, muy por debajo de 0ºC.

La inmovibilidad de ese aire sobre la helada estepa rusa, justifica que esa sea una de las regiones más frías del planeta.

Localidades habitadas, por increíble que suene, como Verhojansk y Ojmjakon alcanzan cada año mínimas por debajo de -50ºC y las temperaturas no suben de -30ºC en todo el invierno.

Son necesarios varios ingredientes para que una ola de frío siberiano llegue a la Península Ibérica:

Primero, el Anticiclón ruso-siberiano debe extenderse hacia el oeste, formando un centro de acción entre Escandinavia y la Rusia Europa, y por otro lado el Anticiclón de Azores de subir de latitud para fusionarse con el primero, provocando un desbordamiento de aire polar en el borde oriental de dichos anticiclones.

Segundo, debe formarse una cadena de bajas presiones sobre el mediterráneo.

Entre las altas y las bajas presiones se forma un pasillo de vientos que arrancan a la latitud de Moscú y van cruzando toda Europa de nordeste a suroeste hasta llegar a España.

Son configuraciones sinópticas que se dán una vez cada 15 ó 20 años aproximadamente, y no siempre el aire frío alcanza Asturias con todo su rigor, ya que como es lógico por el camino va calentándose poco a poco y además un pequeño desplazamiento de anticiclones y borrascas puede dejar la ola de frío a las puertas de los Pirineos.

Cabe destacar que, en general, las invasiones de aire polar siberiano son más frías que las polares marítimas, pero también mucho más secas, por lo que las nevadas no suelen ser cuantiosas, salvo cuando la masa de aire gélido siberiana choque con otra más húmeda de origen atlántico.

Pues bien, según indican los modelos numéricos de predicción del tiempo, todos estos ingredientes se conjugarán de forma perfecta esta semana.

Con una alta probabilidad, el miércoles día 1 de febrero un frente frío atravesará de norte a sur el Principado de Asturias. A su paso se producirá un fuerte descenso térmico dejando nevadas importantes que irán bajando de cota, desde los 1000 metros al principio hasta los 500 metros al final del día.

El descenso térmico se notará sobremanera desde el jueves día 2.

Será entonces cuando la cota de nieve se sitúe al nivel del mar, para mantenerse ahí varios días.

Sin embargo no parece que en principio, durante jueves y viernes, vayan a producirse grandes nevadas.

Eso sí, las heladas pueden llegar a la misma costa y las temperaturas tanto nocturnas como diurnas serán extremadamente bajas, más bajas cuánto más hacia el oriente asturiano.

Para los iniciados en el tema, sólo señalar que la isoterma de -10ºC a 850hpa (aproximadamente 1500 metros sobre el nivel del mar), se instalará sobre Asturias durante varios momentos del episodio frío, con lo que eso supone.

Una posible evolución de la situación, a partir del sábado día 4, indica que las nevadas también pueden llegar de forma más destacada, al producirse una inestabilización en capas altas de la atmósfera.

Aún es pronto para concretar, y ya se sabe que la meteorología no es una ciencia exacta, pero este principio de mes puede pasar a la historia como el gélido mes de febrero de 2012.

Lo acontecido en febrero de 1956 parece irrepetible, pero es posible que este episodio se acerque a aquellos increíbles registros.

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