¿Aquí también se puede?
Viendo un reportaje sobre españoles en Noruega, observo la felicidad de una alta ejecutiva vasca en Oslo. Es joven, sobradamente preparada y no escatima en halagos para con su empresa. Enseña sus oficinas, sin muros, grandes ventanales, con mobiliario ergonómico, un lugar hecho para sentirse cómodo. Donde su supervisor o jefe, se sienta a su ladoy puede que un día próximo intercambien roles de mando. No se hacen horas extras, se apagan los móviles al llegar a trabajar y, apostilla, el teléfono del trabajo deja de sonar en cuanto se sale de la empresa. Y es que entonces, es cuando empieza la parte más valiosa del día: la que se dedica el trabajador a uno mismo y a los suyos. La privacidad.
Ni que decir tiene que esta mujer concibe tener hijos como algo natural en la vida. Tanto ella como su marido podrán gozar de bajas, reducciones de jornada laboral y facilidades para conciliar familia y trabajo. Su empresa la mima, ha invertido en ella, la forma con frecuencia; ella se ha dejado querer y rinde. El vínculo que existe entre ambos es fuerte ergo da frutos.
En Noruega se dedicaban a la pesca hasta hace relativamente poco. El tiempo es más inclemente que en el poco agraciado anuncio de lácteos asturianos. Geográficamente no tienen la mejor ubicación para resultar atractivos a los extranjeros. Incluso cuando encontraron el siglo pasado petróleo (en la suficiente cantidad para despilfarrarlo), apostaron por el ahorro energético y una fuerte política medioambiental.
Parece un cuento, pienso al terminar de ver el reportaje. Un cuento que ¿no sería posible que pudiéramos contar nosotros algún día en Asturias?
Aquí contamos con una aguja en el pajar. Una aguja que en realidad es de las mayores empresas en Asturias. Desconozco de otros ejemplos que bien pudieran estar a la altura de Oslo. Casualmente esta empresa es la que ha reportado la mayor cifra de beneficios en nuestra región. Claro que ellos también han sufrido recortes, han cambiado su política de contrataciónpero la calidad de su producto, al que han podido sacar al mercado a mayor precio, ha logrado este milagro(según escucho en los telediarios regionales ayer).
La multinacional asentada en el centro de Asturias también tiene oficinas diáfanas, sin separaciones jerárquicas. El ambiente parece agradable a ojos del observador in situ. Hay gente joven y no tan joven por los pasillos. Las bajas por maternidad no se ven como una faena al equipo(en Noruega olvidaba decir que la madre que prescinde de esta prestación, se etiqueta de trepa). Obviamente, cualquier empresa asentada en territorio nacional ha de acatar la legislación laboral vigente. Pero es que cuántas veces además de la ley (mejorable) son otros los factores que pueden hacer rendir al trabajador de forma digna?
Creo que en nuestra región (por ceñirnos territorialmente) hay mucho trabajador desencantado, mucho escalafón, muchas trabas burocráticas y sobre todo, una actitud que daña e impide aprender de ejemplos mucho más cercanos que Noruega. Raro es el lugar donde no se escuchan quejas sobre los superiores. Raro es también el lugar donde esos superiores han hecho cursos para potenciar su liderazgo y aprovechar lo mejor de sus trabajadores. Ni que decir tiene que, en numerosas ocasiones, los departamentos de Recursos Humanos sólo se dedican a contratar y/o despedir personal. La formación brilla por su ausencia.
Nos queda mucho, y más en estos tiempos, donde ya no se habla de la cuesta de enero (¿recuerdan la expresión?). Optimizar, invertir en el capital humano, producir sólo lo que se puede vender, potenciar el espíritu de empresa, arrimar el hombro y fijarse en aquellos de los que se puede aprender, son premisas que a algunos les funcionan.
Mi admiración hacia los que van en esa dirección, porque Donde todos veían un desierto, alguien vio Las Vegas y esto es un poco más fértil (o eso creo).
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