La neuroética no es un mito
La neuroética es una disciplina emergente que se ocupa de los problemas éticos, sociales y legales asociados al desarrollo de las neurociencias y la aplicación de sus técnicas (Marcus SJ 2002), y por esto me pregunto qué ha querido decir el catedrático de nuestra Universidad Mariano Pérez, profesor de Psicología Clínica (y con ello formador de futuros investigadores) en el artículo periodístico «La ciencia en casa» (1-2-2012), al referirse a la neuroética como un falaz mito y considerarla, junto a la neuroeconomía, sólo oportunismo seudocientífico.
La mayor parte de mi vida académica la he pasado haciendo investigación básica en neurociencia y solamente cuando decidí dejar el laboratorio (de eso hace ya más de diez años) para transitar por caminos en los que la reflexión ética es el método, comprendí la importancia de esta materia.
Y lo considero así, por la manera actual de entender la ciencia y la tecnología. La visión clásica de la investigación ha cambiado. Se podría afirmar que el modelo actual ha reducido al mínimo el número de científicos que aún se guían por normas no escritas y en cuya conducta predomina el desinterés, tanto económico como intelectual. Y si a esto sumamos el extraordinario avance científico y tecnológico que se está produciendo en el campo de las neurociencias, me parece imprescindible que todo neurocientífico se interese por la neuroética y por los principios y normas aplicables a su actividad investigadora.
Desde mi punto de vista, los neurocientíficos, como investigadores que pretenden conocer los cimientos de la naturaleza humana y las normas que gobiernan nuestra conducta personal y social, además de mostrar a la sociedad su reconocida valía científica, tienen que convencer de su compromiso con la ética, las leyes y la sociedad. El consentimiento, la preservación de la intimidad, la adecuada indicación, la ejecución del proceso, son sólo algunas de las cuestiones éticas que han de ser muy bien evaluadas a la hora de programar una investigación clínica.
Cuando concluyan los grandes proyectos de investigación que actualmente están en marcha en temas de neurociencia, las posibilidades biomédicas y tecnológicas parecen muy interesantes, pero siempre estarán condicionadas por el contexto social y cultural.
Un deseo que espero que alimente nuestro optimismo y esperanza diaria es que todos los avances en el conocimiento en el campo de las neurociencias ayuden, sobre todo, a lograr el bienestar para todos los seres humanos.
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