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¿Es casualidad la familia que nos ha tocado?

2 de Febrero del 2012 - Teresa Antequera Cerveron (Alfafar (Valencia))

De la ley eterna de la vida sabemos que cuando se gesta un niño, se acerca un alma proveniente del más allá. También sabemos que todo es energía y que cosas iguales se atraen, por eso los futuros padres atraen a un alma que en su vibración concuerda con ellos. Eso significa en la mayoría de los casos, que el niño y los padres tienen algo que purificar juntos; por eso los padres tienen una gran responsabilidad. Ellos han de saber que han atraído a un hijo que concuerda con sus genes. Puede ser que en existencias anteriores hayan sentado juntos causas que ahora de forma kármica los encadenan. Pero estas cadenas las pueden deshacer juntos ahora, en esta vida, el padre, la madre y el hijo.

Tan pronto como esto sucede, el hijo sigue en determinadas circunstancias su propio camino. Los implicados se reúnen por consiguiente primero en una familia, para ordenar algunas cosas, para liberarse de esa culpa, para limpiar su alma de acuerdo con la enseñanza de la vida y para continuar cada uno por sí mismo, lo antes posible y libremente en el camino hacia el verdadero Hogar. Nos volvemos a encontrar ahora para aprovechar la oportunidad de acabar con tareas pendientes de encarnaciones anteriores, ¿cómo? Tomando en serio a nuestros semejantes, por ejemplo, escuchándonos mutuamente, y ante todo, perdonándonos recíprocamente.

Si consideramos que aquello que nos sucede en esta vida tiene a menudo causas atribuibles a una encarnación anterior, veremos también a Dios de modo muy distinto. Ya no Le acusaremos tan fácilmente de esta o aquella «injusticia», sino que reflexionaremos hasta qué punto el golpe del destino que nos afecta se debe a energías negativas que emitimos en el pasado y que ahora vuelven a nosotros.

La clave está en aceptar nuestro destino y no buscar culpables, lo que no significa tener que resignarnos a que las cosas se mantengan inmutables, pues el destino no es algo prescrito, ya que la vida es movimiento y no hay nada estático. Dios quiere que sigamos Sus Mandamientos, Sus legitimidades, para que nos vaya bien. Tan pronto como nos orientamos a Él y nos esforzamos más y más en vivir de acuerdo con Sus Mandamientos, cambiará también nuestro destino en el momento en que sea bueno para nuestra alma.

Basado en el programa de TV: La reencarnación. Un don de misericordia

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