También fuimos aprendices de la Fábrica de Armas de Trubia
El pasado lunes, 23 de marzo, vi en este medio la fotografía que certificaba el acto de confraternización realizado por la primera promoción de aprendices de la Fábrica de Armas de Trubia, en el cual, celebraban el XXV Aniversario de su ingreso en la fábrica armamentística. Al verla, me asaltan por un lado la melancolía, y por otro, y con gran intensidad la indignación.
Y digo la indignación, porque el que escribe esta carta y su mujer fuimos aprendices de dicha escuela, pero tuvimos la mala suerte de pertenecer a las tres últimas promociones y pasar a ser «los grandes olvidados» de esa escuela y de susodicha Fábrica de Armas. Y digo grandes olvidados porque no solo lo fuimos de estos dos lugares antes mencionados sino también (y esto es lo que más me indigna) de los propios sindicatos obreros.
Aún recuerdo las palabras del entonces presidente del comité de empresa (R...), en las primeras juntas de trabajadores realizadas en el teatro del viejo casino de Trubia, en la que decía, y cito palabras textuales ya que por entonces ea muy joven, pero estas quedaron grabadas en mí para siempre: «Y ahora pido un fuerte aplausos para los aprendices de la escuela que aquí están apoyándonos, pero en realidad no estáis apoyándonos a nosotros sino que estás apoyando vuestro futuro. Y os prometo, que el próximo puesto de trabajo que se genere en la Fábrica de Armas de Trubia será ocupado por un aprendiz de la Fábrica de Armas de Trubia». Todo esto, puede imaginárselo con la típica exaltación y elevación de tono, típica de los líderes políticos en sus mítines.
Pues bien, en dicha empresa se han generado puestos de trabajos (muchos o pocos) pero se han generado y puedo certificar que no han sido ocupados por aprendices de la Fábrica de Armas de Trubia. Y lo que más me indigna, es que el tal R... sigue en la empresa y hasta como secretario general de algo en Santa bárbara Sistemas. ¡Lamentable!
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