Una ley criminal
Lo es la del aborto, como ya hemos dicho aquí en otra ocasión, y que el nuevo Gobierno va a seguir manteniendo, según parece. Bueno, la ha parcheado con eso de que la menor no puede abortar sin el conocimiento de sus padres. ¿Rajoy no llevaba en su programa electoral la anulación de este ley asesina? También prometió no subir los impuestos, y ahí los tenemos rascándonos más aún nuestros bolsillos. Eso que todos los políticos, a la hora de la verdad, son iguales, calcados. Nada, que se seguirá asesinando niños por miles, como hasta ahora, ante la indiferencia de unos, la indignación de otros –que es la mayoría ciudadana– y la insana y asquerosa alegría de la Bibiana, la Pajín, la Chacón y compañía, propulsoras de la ley criminal del aborto. Qué bien jalearon gozosas, con besos y abrazos, el día que fue aprobada en el Congreso, todo un espectáculo vergonzoso y barriobajero.
Los dos gastados e impopulares candidatos a la secretaría general del PSOE, indignados, mitineros ellos, arremetieron contra Rajoy por el parcheo ese, con lo que él ha tratado de evitar que la oposición se le eche encima, política blandengue y mansurrona tan propia del PP, que no quiere que le endilguen el sambenito de derechas. Su travestismo político es evidente, como sus bandazos de un lado a otro.
Otro caso parecido lo acabamos de ver en Madrid, con la alcaldesa Ana Botella, que se ha negado a retirar ese cuadro indecente y blasfemo que representa a un tipo desnudo con un crucifijo en sus genitales. La regidora, ante la que se han manifestado numerosos indignados madrileños, ha dicho que no quiere enfadar a la oposición. Está visto que la Botella, frescachona ella, sigue la misma trayectoria política que Gallardón. Será, digo yo, la consigna del partido, que tiene un miedo cerval a la enfurecida oposición. Y el indecente cuadro sigue en su sitio.
Y España, mientras tanto, cada vez más hundida en la recesión. ¿Responsables? Gobierno y oposición.
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