Una operación de vértigo
Sigue subiendo la Marea con el poderío incontenible de los fenómenos naturales. Lo penúltimo que sabemos es que aquel consejero tan honrado que iba en mangas de camisa porque nadie le regalaba una triste chaqueta, financiaba con lo que le sobraba de Educación naves industriales en Galicia. Menos mal que siendo el industrial hijo del consejero financiero todo quedaba en casa. Vamos conociendo también los gastos de representación de la apoderada de Pumarín e Igrafo, que por necesidades de la logística, tenía despacho en la Consejería; el dinero de bolsillo de la Sra. Otero asciende de momento a un millón doscientos mil euros. Una calderilla.
Dando prueba de una madurez y serenidad encomiables, la comunidad educativa asturiana no se deja perturbar por fenómenos marítimos. En algo se tenía que ver que somos una comunidad costera. La Consejería, gestionada por filosociales de segunda fila, está a lo suyo; los sindicatos de la enseñanza bastante tienen con la reforma laboral, con las listas de interinos y, hasta ayer mismo, con el derby entre Chacón y Rubalcaba. No se sabe de ningún claustro que haya preguntado, con el debido respeto, quién se llevó nuestro queso. Tal vez los directores que no han presentado su candidatura para alcaldías de progreso (alguno hay), se han vuelto más discretos y ya no se empujan para poner la mano en la parrilla en esa ordalía exculpatoria del desdichado consejero. El sindicato de estudiantes asturianos tiene montado un observatorio permanente para vigilar los recortes en la Comunidad de Madrid (bien se nota que Asturias fue pionera con la Logse). En Mieres, IU, Foro y PP van a pedir explicaciones. ¿Qué será lo que no entienden?
No podía faltar Gijón, hablando de mareas. Y cuando esta, que es de mierda, va inundando un callejero con epónimos tan ilustres e inequívocos como Carlos Marx, Bertold Brecht, González Peña, Dolores Urrubari, Belarmino Tomás, y llega ya a la Avenida de Pablo Iglesias, sale Carmen Gómez Ojea con Toros y cañas en LA NUEVA ESPAÑA (06.02.12); sale Carmen de Xixón, que no se sabe si es amish, cuáquera, cátara, mormona, testiga de Jehová, pentecostalista, anabatista, adventista del séptimo día, de la Comunidad de san Egidio o del Beaterio del Bibio (que al fin y al cabo qué más da); sale en chanclas, con la falda arremangada sin mojarse la pantorrilla, con una fregona y un detergente muy abrasivo, diciendo que va a limpiar la nocencia de Camps en la Comunidad Valenciana que, como saben, cae allí mismo por Viesques según se sale a la derecha. Y uno se queda un poco con la impresión de que donde éramos pocos parió la güela. Eso sí, un parto con sobredosis de jipío estilístico-literario. ¿Habrá que incluir en el síndrome de progresía los embarazos nerviosos?
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