Cuando tus intereses no importan
Lo del ALSA en la Avenida de Portugal es como la fábula de El Gigante Egoísta. Con la diferencia de que el egoísta en este caso somos todos por no querer ver ni en pintura pasar autobuses bajo nuestra ventana. Y el gigante en este caso es un ALSA como el que aplastó a mi madre el jueves al cruzar la Avenida de Portugal.
Hace tres meses vimos cómo una línea continua aparecía dibujada en mitad de la calzada, para alegría de pocos y pena de muchos. Luego vimos cómo el tráfico se hacía más y más denso al circular en ambos sentidos. Entonces aparecieron, en grupos de a cuatro y con puntual frecuencia (cada 8 minutos), nuestros amados autobuses ALSA, favorecidos por la situación.
Vergüenza pasamos ya los gijoneses al ver nuestra ilustre e indecente Estación de Autobuses, pero es aún peor cuando es nuestro ayuntamiento quien no escucha los intereses de sus propios ciudadanos.
No es el primer atropello, y no será el último. En la Avenida de Portugal NO queremos más tráfico. NO queremos más accidentes.
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