Todos somos culpables
El hundimiento de España en el abismo económico y político es una tragedia y una dolorosa realidad. Y todos, absolutamente todos, tenemos nuestro grado de responsabilidad. Pero en mayor y desbordante medida, los políticos, que nos han defraudado por completo y malversado la confianza que depositamos en las urnas. Naturalmente, esa responsabilidad es mayor y aplastante en los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, enzarzados en su guerra ideológica –por el poder y cuanto él representa–, mientras el paro sigue incrementándose y, con él, más familias hundidas en la necesidad y hasta la indigencia. Desgarradora es hoy la situación de miles de hogares, ante la indiferencia de quienes tienen la obligación de velar y garantizar trabajo y una vida digna a la ciudadanía y, consecuentemente, la paz social, hoy hecha añicos.
¿Qué papel juegan los sindicatos en tan grave situación? Hombre, vemos a sus dirigentes salir a la calle, pancarta en mano, pero no en defensa de los trabajadores en paro, sino de un juez que es afín a sus ideologías. En cuanto a la patronal, bueno, ahí 1a tenemos, ramplona, tratando de escabullirse como pueda. Hasta ahora, sindicatos y empresarios, perdiendo el tiempo en reuniones inútiles, sin llegar a un acuerdo. El Gobierno de Rajoy, por su parte, precipitándose en cascada con nuevos cambios e innovaciones, como lo de la pildorita «follonera» para el día después, con receta médica ahora; que los notarios, emulando a los juzgados, puedan casar y divorciar a las parejas que quieren mandar al carajo su matrimonio civil –por miles se rompen hoy al año, porque el amor, en tantos casos, es del ombligo para abajo–, que duran tanto como el tren en Peñamiel, como antes se decía con el F. C. Vasca. Sí, mucho cambio y todo eso, pero no se acaba de coger por los cuernos al toro del paro, que es lo más urgente y necesario, faena que corresponde al Gobierno, oposición, sindicatos, empresarios, banca y cuantos puedan tener poder y perras para «acabar con el cáncer ese del paro, cuya metástasis se está extendiendo por todas partes.
¡Trabajo, trabajo y trabajo!, y lo demás que espere, porque lo primero es acabar con el paro. Que ya es una alarma nacional.
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