Horror astral

13 de Febrero del 2012 - Teresa Antequera Cerveron (Alfafar (Valencia))

Tal vez el título de este artículo le resulte algo extraño. Eso es porque nuestra sociedad, la que casi durante 2000 años viene estando marcada predominantemente por las religiones sacerdotales, las cuales se han apartado de la verdadera enseñanzas de Jesús de Nazaret, siguen por ello desconociendo los detalles que se refieren al sentido de la vida y a la vida del alma después del fallecimiento del cuerpo.

Las advertencias y las palabras de los profetas de Dios, desde Abrahán pasando por Moisés e Isaías, y llegando a las enseñanzas del Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret no fueron aceptadas por la humanidad, todo lo contrario. En todas las épocas, sobre todo la casta sacerdotal, ha luchado contra los profetas enviados por Dios y contra sus mensajes, únicamente para mantener ante el pueblo el poder social del que disponían, en alianza con los gobernantes políticos de cada época. A lo largo de generaciones la casta sacerdotal ha coaccionado a muchísimas personas con el miedo al pecado mortal y a la condenación eterna, aspectos que fueron introducidos en el culto sacerdotal, también en los dogmas y ritos de usos y cultos ancestrales paganos. Sucediendo todo esto hasta en nuestros días, como aún se puede leer en las doctrinas de las Iglesias institucionales, en el catecismo y en los cánones.

De hecho muchas personas se han quedado pegadas en la trampa de las religiones externas. A consecuencia de esto la mayoría no sabe qué sucede con su alma tras la muerte, ni hacia dónde se dirije ésta. Sencillamente no tienen conocimientos espirituales, tampoco ningún tipo de formación espiritual, aspectos que no pueden ser enseñados ni por los sacerdotes, obispos o cardenales, ni siquiera por el Papa, al haberse apartado hace ya mucho tiempo de las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Así se cumplen las palabras de Jesús de Nazaret: Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo. (Mateo 15, 14)

Por tanto muchas personas desconocen las legitimidades de la vida y de la muerte. Desconocen que el alma vive eternamente y que se ve empujada a encarnar en repetidas ocasiones, hasta que entienda que el camino hacia la verdadera vida pasa por el arrepentimiento de las actuaciones negativas y así encamine su vida a ello, es decir a purificar y expiar lo que ha causado, a veces con gran sufrimiento.

Sin embargo millones de personas en la actualidad ya saben que Dios, el Eterno, ha vuelto a enviar un gran profeta a la Tierra en esta época de cambio, Gabriele, quien desde su conciencia desarrollada muestra a las personas de buena voluntad lo que le sucede al alma tras la muerte, y la infuencia que algunas almas difuntas, sobre todo las atadas a lo terrenal, pueden tener sobre aquellos que aún viven en la Tierra en un cuerpo físico.

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