Siete clases de humanos potencialmente peligrosos
La primera: Servidora, lo reconozco, porque transmuto a la rencarnación de "la niña del exorcista" cuando algo me subleva, no duermo si me callo, me pierdo soltando lo primero que me viene a la boca, lo paso francamente mal después del vómito dialéctico, me arrepiento de mi vehemencia en la mayor parte de las ocasiones y luego padezco un "alticharco" de esos en que la resaca me da llorona: Ni yo misma entiendo cómo fui capaz de perder los papeles como si me fuera la vida en ello...Pero si de algo estoy segura es de que volveré hacerlo, hace muchas lunas llenas que desgraciada o afortunadamente más bien arrojé el sentido del ridículo Cabo Peñas abajo, recuerdo perfectamente aquellos momentos.
La segunda: Los dueños de perros de raza, tamaño y características aproximados a un gran presa canario que tengo el gusto de cruzarme muchas mañanas, precioso animal (el dueño) que me mira desafiante blandiendo el bozal en una mano mientras con la otra sujeta la correa del cánido como si estuviera practicando esquí acuático en pos de la fiera que le arrastra...
La tercera: Los defensores de los pobres toros (estoy totalmente de acuerdo hasta aquí con que la fiesta nacional es sangrienta y abominable) que no se cortan ni un pelo en supurar odio ni en llamar "fascistoide" a todo el que no comulgue con sus "demócratas" postulados, incluso profanando el duelo de una familia que acaba de dar sepultura a su padre y abuelo, por mucho que fuera el fallecido uno de los padres de la Constitución. No se atrevieron en vida a plantarle cara, probablemente porque se hubieran arriesgado a escuchar idéntico epitafio por ejemplo contra otro patriarca de edad aproximada, a quién le deseo larga vida como reciente "Hijo Predilecto de Gijón" a pesar de su oscuro paso por Paracuellos del Jarama.
La cuarta, todo aquel que generaliza por sistema, véanse algunos ejemplos: Personas que piensan que político es sinónimo de corrupto, médico de carnicero, policía de represor, periodista de difamador, hombre de maltratador, mujer de feminista, feminista de resentida, homosexual de enfermo desviado, monárquico de fascista, indignado de salvador, juez de infalible, deportista de consumidor de sustancias, contribuyente de defraudador...
La quinta: Gente que cacarea hasta la saciedad la defrensa a ultranza de su propia dignidad sin respetar la ídem de terceros que también tienen dolencias, padres, hijos y ojos.
La sexta: Los que se empeñen en seguir leyendo esta carta con el único fin de asaltar en la suya próxima la dignidad y/o el derecho a la libertad de expresión de servidora, quién al fin y al cabo reconoce un irrefrenable afán de protagonismo.
La séptima, los que se dén por aludidos: Todas estas divagaciones se corresponden por supuesto con mi personal opinión, tan respetable como las suyas. ¿O no...?
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