Apología a Baltasar, y no el rey mago
Canta Clío (musa de la historia) la cólera de las tierras de Asturias, que recogieron a millares en los fratricidios de 1934 y la guerra civil.
Canta Clío al dolor que acumularon los campos que hoy quieren desecar los eucaliptos (en griego el que quiere para sí lo mejor) allí plantados creciendo poda tras poda.
Canta Clío hasta los confines de las españas donde la justicia ha transformado su propio significado en una quimera.
El Hermes (mensajero de los dioses griegos) de nuestro tiempo es el olvido, que abandonando a Clío pierde su propio sentido. Así sucede con quienes reniegan de la memoria de sus antepasados y el acontecer pretérito, abandonando a los que deseamos que los crímenes del pasado y las atrocidades cometidas por seres de todo signo político no se repitan por desconocer la historia, como quiera Dios no suceda en esta tierra que me vio nacer, Asturias.
En tres principios descansa el futuro: libertad, igualdad y fraternidad, en atención a los cuales la virtud ha de realizarse en nuestras instituciones a través de los jueces, sin tomar la parte por el todo, como tan habitualmente sucede, para que cada cosa sea lo que es en sentido griego, y que por tanto un juez no sea condenado en el ejercicio que le es propio, por ser juez.
Los periódicos extranjeros han advertido el error del esperpento que nos ha caracterizado desde el 98 (por poner un ejemplo) cuando se enviaron levas a Cuba contradiciendo la opinión de los periódicos extranjeros para destinar a las manos de Dios a un montón de españoles por el gobierno del imprudente Cánovas.
En sus manos queda que no se repita lo sucedido, ciudadanos, ni tan siquiera con el ciudadano Garzón.
Ayuden a que sus descendientes construyan su identidad sin negar la evidencia, que no suceda con su memoria lo mismo que ha ocurrido con la menoria histórica en Asturias, que no tenemos oficina de la memoria histórica ni nada que se le parezca.
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