Telecentros rurales: Se sirve a la carta
Muchos lectores conocerán seguramente la situación por la que pasan ahora estos centros públicos que en cada municipio asturiano han venido ofreciendo iniciación a la informática, asesoramiento búsqueda de trabajo, perfeccionamiento, apertura de redes, mantenimiento de páginas, resolución de problemas, dinamización digital y varios etcétera más de modo gratuito y universal; muchos saben que además imparten talleres programados especialmente para colectivos con especiales dificultades a la hora de moverse en ese mundo de las nuevas tecnologías, a menudo en colaboración con el entramado de asociaciones cívicas del que podemos presumir en nuestras comarcas (señaladamente de personas mayores, pero también de personas con cualquier discapacidad, emigrantes, parados sin cursillos).
Sabemos que, pese a la labor de estos últimos años, la famosa brecha digital (entre el mundo urbano y el rural y entre generaciones) está aún por cerrar. Sabemos por dónde va el futuro, sabemos que incluso han dejado de existir en papel las publicaciones oficiales, que las grandes empresas de toda la vida te ofrecen todo más barato si lo pides por internet, sabemos de sobra que el ordenador es hoy como antiguamente él lápiz para empezar las primeras letras. A veces emociona ver en TV a los abuelos diciendo «Ay, fía, qué pena no haber aprendido el ordenador hace diez años».
También es conocido que, a 30 de diciembre pasado, después de mucho hacerse de rogar, el Principado notificó que estos telecentros tendrían fondos al menos un año más y no cerrarían en 2012 a causa de los dichosos recortes (le cuestan sólo lo que una única nómina –categoría administrativo– por cada telecentro y la telefonía, pues los locales y otros consumos los ponen los ayuntamientos y los equipos han sido recientemente renovados).
Pero lo último que se sabe es que de nuevo al parecer peligra la supervivencia de estos servicios a causa de cómo va gestionándose la llamada prórroga presupuestaria regional para el 2012, y que es todo lo que dicen los políticos cuando se les pregunta si los telecentros van a tener que cerrar.
Dirán los lectores que hasta ahora sólo me he referido a lo ya sabido ¿Y qué más? Pues que lo que quizá no todos sepan es cómo entienden su labor los responsables de estos centros (si para muestra me valen cuatro botones, de cuatro telecentros de la comarca oriental de los que he sido usuaria): servicio a la carta, tal como suena: Oye, que ya sé que no estamos en horario, pero no me funciona la impresora, ¿podría imprimir esto? (Claro, faltaría más); Oye, ya sé que de teléfonos móviles tú no tienes por qué entender, pero (Anda, trae p’acá); Oye, ¿el taller de mayores no es por la tarde? (Sí, pero este alumno va un poco rezagado y no quiero que se sienta torpe con los compañeros). Y así, hasta decir basta. Quería dejar constancia ahora, que «todavía» no hay que hablar en tiempo pasado ni en tono de homenaje póstumo.
Sólo una cosa más: ahora que los recortes han empezado en muchos sitios, más o menos calladamente, por el área de Cultura, y muchas Casas de Cultura de sitios pequeños pivotan en la práctica sobre estos centros, siendo sus actividades el grueso de lo que en este ámbito se ofrece a mayores y no tan mayores, no deberíamos dejar que esto se pierda. Todo está ahí. La labor de ocho años. Las inversiones. La ilusión.
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