Con Arantxa Sánchez Vicario
He leído tu libro de un tirón. No me importa si su estilo ameno y cercano pertenece a un experto y no ha salido exactamente de tu mano, yo misma encargaría su redacción al mismo "negro" (en el argot editorial) si sirviera para recuperar la dignidad de una forma tan gráfica y emotiva.
Lo único que me importa es que debo pedirte disculpas. Quisiera retroceder en el tiempo y volver a encontrarte en el aeropuerto del Prat, sola en aquella sala de embarque el 21 de abril de 2005, cuando todos los allí presentes te dispensamos un irrespirable vacío a punto de volar hacia Jérez. Incluso coincidimos en el mismo hotel sin que apenas nadie te abordase durante el desayuno para pedirte un autógrafo, salvo aquellos chavales del torneo de tenis que amadrinabas.
Curiosamente mis compañeros y yo acudíamos a las "Jornadas de Medicina y Derecho" para profesionales sanitarios impartidas por los doctores José Cabrera Forneiro y José Carlos Fuertes Rocañín en colaboración con un Magistrado de la Audiencia de Málaga. Los conocimientos impartidos allí además de nuestras preguntas fuera de programa sobre el "affaire Arancha-Hacienda" entre otros temas de la actualidad nos llevaron a la conclusión de que "el desconocimiento de la Ley no exime de la culpa", cosa que muchos desconocíamos valga la redundancia.
La noticia en plena ebullición de que la Agencia Tributaria española te reclamaba casi mil millones de las antiguas pesetas por tu "falsa" residencia en Andorra había conseguido eclipsar tu luz de deportista ejemplar a los ojos de muchísimos seguidores tuyos que tanto habíamos disfrutado con tus títulos. Incluso olvidé tu entrega solidaria a varias ONG que trabajan por la infancia para permitirme juzgarte y despreciarte por tu supuesta evasión de impuestos.
Hasta deploré tu "Premio Príncipe de Asturias", te juzgué como hicimos la mayoría de los ignorantes que nos creemos en posesión de la verdad absoluta, simplemente por tus deudas con Hacienda que ignorabas confiando ingenuamente en tus administradores ya que sólo te ocupabas de izar por todo el mundo muy alta la bandera de España.
He podido palpar y comprender tu larga soledad de tantos años en las cortas horas de lectura de tu libro, me has puesto muy fácil recuperar mi sincera admiración por tí. Te reitero mis humildes disculpas y aplaudo tu valor por atreverte a publicar este libro destapando la deslealtad de tu entorno, como campeona mundial ya te habíamos aplaudido millones de personas. Te aseguro que sabrás ser feliz con tus dos preciosos niños y tu marido que te apoya incondicionalmente. Ahora ya conoces el sentido de la verdadera familia: Ver crecer a los hijos en todos los sentidos.
El pabellón del deporte español sigue muy alto gracias a todos vosotros, nuestros campeones.
Arantxa...¡¡Vamos !!
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