A Whitney... in memóriam
Unas manos hacen vibrar las cuerdas de una guitarra mientras una ronca voz empieza a entonar las primeras letras de una melódica canción country. Ésa que, con el tiempo, tú interpretarás tan magistralmente.
Mientras, una pareja, en el medio de la pista, baila abrazada al son de la canción.
De pronto, con el sonido de un vidrio al caer y romperse en mil pedazos, él, temeroso, se asustará, a lo que ella, cogiéndose otra vez de sus hombros, lo calmará diciéndole: «Yo te protegeré».
¿Quién no recuerda esa memorable escena de una inmortal película?
Whitney Houston y Kevin Costner al calor de una canción una noche en un bar.
Querida Whitney, ¡qué cruel es el destino!
¿Por qué te fuiste?
Tu voz, encantadora, se apagó para siempre jamás después de una lucha contra ese fatal destino, el que te impulsó tras unas malsanas adicciones.
Querida Whitney, tú luchaste, quisiste volver al escenario, lugar donde te sentías arropada, pero el principal estandarte de tu persona se estaba rompiendo o ya se había roto hace mucho tiempo...
Guapísima Whitney, ¿por qué te abandonaste a todo?
Recuerdo aquellos días de 1987 cuando «I wanna dance with somebody» se pinchaba sin cesar en los bares musicales y discotecas de entonces. Era tu momento, tu eclosión explosiva derrochando esa potente voz que haría de ti toda una estrella.
Está despegando el avión y tú te encuentras en él. Lento pero firme, se encamina hacia la pista de despegue, mientras tus ojos echan el último vistazo a través de la ventanilla.
De pronto ordenarás al piloto: «Detente», y tan pronto baja la escalerilla a tus pies a tierra te irás...
Ahí está, aguardando en tu despedida, para darte el último adiós. Y nosotros nos convertiremos en él, en su abrazo más deseado y doloroso ante un final inesperado.
Allá te irás, surcando los cielos mientras te vemos partir. Con tu mano extendida volarán las notas de esa enamorada canción: «I will always love you».
Descansa en paz allá donde te vayas, voz angelical.
Hasta siempre.
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