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Matilde contra la crisis: el sentido del humor que no falte

14 de Marzo del 2012 - José Antonio Flórez Lozano

La crisis acecha, no cesa. Ríos de tinta acerca de las consecuencias, de la duración, de la solución. ¿Dónde está la solución? No vamos a reflexionar sobre soluciones económicas, sociológicas o políticas. Sí lo vamos a hacer sobre la receta de Matilde, que con 87 años posee un fino sentido del humor. El humor es una cualidad psicológica que permite percibir la experiencia de forma jocosa, aun cuando las condiciones de la vida son adversas. Incorporar el humor y la risa a nuestra conducta habitual nos alivia la fatiga y elimina la autocompasión. Groucho Marx, el enloquecido parlanchín, y Chico, el pianista golfo, fueron maestros en el humor y, además, desde orígenes miserables e inciertos consiguieron conquistar la armonía y la felicidad a través del humor. Igualmente, Harpo Marx, el artista consagrado por su personaje mudo, con peluca y gabardina, que araña el arpa, deja caer cuchillos, hace estallar una bocina y persigue con frenesí a las chicas, potencia el sentido del humor y nos hace reír a carcajadas.

Sin duda, el sentido del humor nos permite que la vida sea más soportable, rica y placentera. Cuando W. Churchill cumplió 80 años, un periodista menor de 30 años fue a fotografiarlo y le dijo: «Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando usted cumpla 90 años», a lo que Churchill respondió: «¿Por qué no? ¡Usted parece bastante saludable!» (Winston Churchill, 1874-1965. Londres, premio Nobel de Literatura, 1953). En otra ocasión, una diputada socialista llamada Bessie Bradock le recriminó en público a Winston Churchill lo siguiente: «Winston, estás borracho». Entonces, Churchill le respondió: «Bessie, eres horrible para toda tu vida y, sin embargo, yo estaré sobrio por la mañana».

Subtítulo: El buen humor como antídoto ante situaciones adversas de la vida

Destacado: Practicar la risa es una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad

En fin, desde siempre la medicina ha considerado que la risa es buena para el cuerpo y el espíritu. La ausencia del sentido del humor es un factor de riesgo para numerosas enfermedades; además, acorta distancias interpersonales y culturales, disminuye la ansiedad y la depresión y potencia la comunicación entre las personas. El sentido del humor nos aleja de los conflictos personales, de la rutina, del tedio, de la frustración y del desengaño. Además, genera un gran número de emociones positivas. Debemos procurar que la risa sea nuestra tarjeta de presentación ante la vida.

Por eso, tenemos que insistir en nuestro lema, el lema de Matilde: ¡que el sentido del humor no nos falte! Sus amigos, Virtudes, de 83 años, y Asterio, de 84, asisten a una boda; la comida es excelente; después Asterio toma unas copas y su mujer, Virtudes, le dice: «Acuérdate de que tienes que cumplir!». Se lo vuelve a repetir varias veces, «¡acuérdate de que tienes que cumplir!» A su lado, se encuentran su amiga Dosinda y su esposo. Ésta, intrigada, le dice por lo suave: «Virtudes, no sabía que tu marido cumplía tan bien, porque el mío hace tiempo que está como un carámbano». «A ver, Dosinda, es que le tengo que repetir una y mil veces que no puede beber alcohol, que tiene que cumplir con lo que le dijo el médico...». ¡Ah! A Matilde, de 87 años, le gusta sonreír, pero no le gusta dibujar sonrisas falsas, no le estimula sonreír, si no tiene ganas, para agradar a alguien que no lo merece. A Matilde le gusta sonreír cuando la ocasión lo merece, cuando sus sentimientos están en orden y cuando no hay emociones malsanas que la contaminen. Le gusta sonreír al despertarse para exprimir el día hasta la última gota y disfrutar al mirar y al contemplar siempre experiencias agradables, sensaciones muy placenteras como esas diminutas gotas que contempla en la flor de una gardenia en el alba. Le agrada sonreír cuando está con alguien que no se encuentra al acecho de sus debilidades, alguien que busque lo mejor para ella, con ella; alguien que no sondee las zonas más sombrías de su psiquismo.

Sonríe a pesar de la exigua pensión, a pesar de los dolores cervicales, a pesar de los dolores de espalda, a pesar de los dolores musculares, a pesar de esos dolores en los dedos de los pies. Sonríe a pesar de todo, porque por encima de cualquier cosa le gusta vivir, recibir el día, la noche y el amanecer con una sonrisa. Sonríe sosegada, al horizonte, a esa maravillosa panorámica; sonríe a sus sueños, al aire intangible, a sus divertimentos, a esas montañas de siempre cuyas crestas tocan las nubes, sonríe a lo más eterno, sonríe a Dios. Sonríe porque, como dice el gran poeta alemán H. Fallerleben (1798-1874), «los árboles florecen por todas partes, las flores se abren de nuevo, y el ruiseñor vuelve a cantar su vieja canción. Oh, feliz quien todavía canta y ríe, porque cree en la primavera». En fin, tal vez en ese camino de la felicidad, la meta no es cuánto tenemos, sino cuánto disfrutamos. Ciertamente, en medicina, la risa comenzó a tener un gran interés a partir de una publicación en el «New England Journal of Medicine» en 1976, en la que se afirmaba rotundamente que un periodista se había curado de una gravísima enfermedad reumática (espondiloartritis anquilosante) con fuertes dosis de vitamina C y disfrutando de muchas películas cómicas. Pues, amigos lectores, practicar la risa es una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad. En fin, la risa aporta múltiples beneficios: elimina la ansiedad, contribuye a mantener a raya la depresión, la ansiedad, el colesterol, el insomnio y algunos problemas cardiovasculares. Además, es gratis y no tiene efectos secundarios.

Prof. Dr. José Antonio Flórez Lozano, catedrático de Ciencias de la Conducta, departamento de Medicina, Universidad de Oviedo

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