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A los miembros del poder ejecutivo

26 de Febrero del 2012 - Manuel C. Pérez (Oviedo)

Soy funcionario, padre de dos ingenieros en paro y, hasta hace poco tiempo, hijo de un pensionista. Contextualizo la situación familiar para poner de manifiesto que pertenezco a una unidad familiar privilegiada para conocer las causas que originan los problemas que afligen a nuestra sociedad: crisis financiera y despilfarro de fondos públicos. Me educaron en la idea de que uno debe ser responsable de sus acciones, así que me parece lógico y justo que seamos funcionarios, parados y pensionistas quienes debamos pagar las consecuencias de la crisis que provocamos.

A nadie se le escapa que la ingeniería financiera que con tanto desparpajo y en un contexto económico ultraliberal se viene desarrollando desde hace veinte años es consecuencia de las decisiones que tomamos estos colectivos. Esta actividad financiera nos enriqueció y ahora es lógico que paguemos esos excesos y se recurra a los fondos públicos para paliar los problemas de los bancos arruinados por nuestras decisiones, al tiempo que se mantienen para sus directivos unos sueldos acordes con su alto grado de responsabilidad, e incluso está bien que el Gobierno indulte a algún directivo que pudo equivocarse en el desempeño de su función.

Por otra parte, también es evidente que funcionarios, parados y pensionistas hemos sido los responsables de despilfarrar fondos públicos en obras innecesarias: aeropuertos de Castellón, Ciudad Real y Huesca, Alta Velocidad Zaragoza-Huesca y Toledo-Cuenca-Albacete o el superpuerto del Musel y la estación de «largo recorrido» en Gijón. También palacios de congresos, polideportivos, museos (la mayoría sin contenido), actividades culturales variadas (desconozco por qué los artistas son los únicos profesionales liberales a los que debe mantener el Estado) y ocurrencias varias para despilfarrar en vez de invertir. En el caso de Asturias, también hay que contar con la incompetencia del Ejecutivo para invertir los fondos disponibles del Plan de la Minería, y no porque no haya en qué invertirlos, aunque los cientos de millones gastados no se hicieron con un plan estratégico, si no con «ocurrencias», la mayoría improductivas.

Por tanto, no dejo de agradecer al señor presidente del Gobierno el haberme abierto los ojos aquel miércoles de mayo de 2010. El domingo me había convencido de que en este país todo estaba funcionando correctamente; la banca había pasado los test de la UE y la situación económica del país era la adecuada. Sin embargo, en tres días, en los que desconozco lo sucedido, todo cambió y en contra de su voluntad tuvo que poner en práctica las medidas que ya incluía su programa electoral en tinta invisible; congelar las pensiones, bajar el sueldo a los funcionarios e incrementar el número de parados, supongo que porque se dio cuenta de que éramos los responsables de la situación. Mientras tanto, las entidades financieras recibían ayudas (nunca lo entendí, porque me habían dicho que eran sólidas) y sus responsables seguían ingresando sueldos y «bonus» millonarios o indemnizaciones cuya cuantía no indico para evitar algún infarto en personas sensibles. Esto último también me ha servido para preguntarme por qué los ingenieros financieros que juegan con «humo» ganan entre cuatro y veinticinco veces más que los ingenieros civiles que resuelven problemas y además deben responsabilizarse de las decisiones equivocadas, cuando a los primeros sus errores no les cuestan nada.

Así que ahora agradezco aquella lección de economía de mayo de 2010, y el esfuerzo que todos los gobernantes actuales están haciendo para aplicar las recetas adecuadas para salir del agujero en el que parados, funcionarios y pensionistas metimos a la economía occidental.

Por último, observen que no he hablado nada de corrupción, y lo hago para poner de manifiesto que esa lacra no es, a mi juicio, la principal responsable de la situación. Mientras tenemos herramientas y perseguimos a los corruptos (espero que con éxito) y les obligamos a devolver el dinero robado y a pagar en la cárcel por sus delitos, no observo que se tomen medidas para tener un mínimo control de los mercados ni para que la incompetencia y la megalomanía no sea la característica mas visible de nuestros gobernantes (con muchas honrosas excepciones). En todo caso, pienso que sobre esto último los votantes tenemos la palabra y deberíamos ejercer nuestro derecho de elección con más responsabilidad, más análisis del CV de los candidatos y menos alegrías sectarias.

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