A vueltas con la crisis
Hincha es una palabra que en términos deportivos se emplea para denominar a quien incondicionalmente, y diría yo que a veces irracionalmente, da su apoyo a un equipo sea cual sea su actuación en el terreno de juego.
Pues bien, en los últimos años asistimos en España a la aparición de hinchadas políticas, y mediáticas, que justifican a un gobernante u otro en función de sus apasionamientos más que de un análisis ponderado de la realidad.
Aun hoy encontramos simpatizantes del PP que justifican la intervención en Iraq, la respuesta dada a la crisis del Prestige, la gestión de la información efectuada por el Gabinete de Aznar durante el ataque del 11-M y similares errores políticos antológicos.
Pues bien, de igual forma hay simpatizantes y votantes del PSOE que a modo de hinchada defienden la actuación del actual Gobierno en cuanto a la crisis financiera y el hecho de que durante la reciente campaña electoral nadie en el PSOE se quisiera dar por enterado de los avisos que llegaban sobre la inminente recesión.
La crisis que padecemos no la ha generado Zapatero, pero es una crisis proveniente de un modelo económico concreto, de una forma de especulación que ahora vamos a pagar todos los ciudadanos. Es una crisis generada por una concepción económica neoliberal y las medidas que propone este Gobierno que se dice socialista siguen siendo medidas neoliberales, de apoyo decidido a la banca y a los poderes económicos. Mientras, en el mejor de los casos, el trabajador en paro sólo dispone de una red de subsidios raquíticos, siendo el Estado de bienestar en nuestro país mucho más débil de lo que el Gobierno dice.
Al tiempo surgen muchas dudas en torno al escenario que genera esta crisis... ¿Cómo es posible que se haya atraído a tantos trabajadores inmigrantes para ahora darles una palmadita en la espalda y decirles que fallaron las previsiones económicas? ¿Se les pide ahora que vuelvan a sus países de origen cuando han invertido sus escasos bienes en hacer el viaje hasta una España que se les pintó como potencia económica mundial? ¿Cómo es que no había suficiente mano de obra aquí según decían los empresarios y ahora vamos hacia los cuatro millones de parados? ¿Cómo es posible que desde el Gobierno se hable de contención salarial cuando tantos artículos de primera necesidad han disparado su precio y mientras algunos se han hecho de oro durante estos pasados años? En definitiva, si en los períodos de bonanza no hubo redistribución de la riqueza ¿por qué hemos los trabajadores de aceptar ahora un esfuerzo colectivo para pagar la especulación financiera del gran capital?
Y nuestros sindicatos, ante este panorama, han estado guardando durante demasiado tiempo un silencio espeso y vergonzante en el cual creo que los afiliados de base tenemos alguna responsabilidad.
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