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La formación: factor más crítico que el capital

23 de Febrero del 2012 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Siempre ha sido así, pero nunca hemos practicado tal concepción. El buen emprendedor sabe que antes de despedir a parte de su personal debe intentarlo todo, incluso clausurar el proyecto, cómo sino se puede sacar un proyecto adelante, si no es con un equipo formado específicamente en las ocupaciones que requiera tal proyecto. Sin embargo, el despido procedente puede serlo ahora por descenso de ventas o facturación, y mantener beneficios desprendiéndose de los costes salariales de unos trabajadores mientras se aprieta a los otros; se menosprecia así un conocimiento difícil de adquirir. Nunca he comprendido ese desinterés por el conocimiento y la investigación que muestran parte del empresariado; ni tampoco la falta de corresponsabilidad sindical en el mantenimiento de los proyectos; ni el desprecio que muestran por la FP permanente ocupacional impartida por el Estado con sus propios medios. Y es que tomar conciencia social de estas necesidades formativas, lleva tiempo, y más si existen intereses espurios motivados por equivocados liderazgos sindicales, políticos y educativos. Todo sería mucho más fácil si los ciudadanos tomásemos conciencia de estas necesidades formativas para dar una respuesta social al reto del futuro. Es como si se hubiese preferido a ciudadanos poco formados e informados para que fuesen útiles en trabajos manufactureros, y se negase la responsabilidad ejecutiva del Estado sobre ese factor productivo que es la formación permanente para la mejora de la empleabilidad que facilita la autonomía profesional de los trabajadores de cara un futuro que ya no es manufacturero.

Debemos dar una respuesta social y exigir a un Estado central una FP permanente ocupacional única y diferenciada de la FP inicial; una FP para el empleo capaz de enfrentarse a los retos que marca permanentemente el progreso. Los sindicatos deben cambiar y los empresarios deben dejar de percibir como una pesadilla el que el Estado quiera formar a los ciudadanos por sus propios medios y responsabilidad, no se puede seguir limitando las funciones formativas del Estado en la FP permanente ocupacional de los trabajadores para mejora de su empleabilidad, usurpándolas y devaluándolas, hasta el punto de dejar a un SPEE carente de toda una estructura docente de expertos, tanto en las ocupaciones como en las tecnologías que en permanente cambio se encuentran en las ocupaciones de los sistema productivos. Es absurdo que el SPEE no haya establecido con las Universidades y las Empresas un conjunto de Agencias Nacionales en tecnologías y sistemas productivos ligadas al I+D+i y a los Centros de Formación de Referencia Nacional para que, a su vez, éstos extiendan sus redes tecnológicas a los docentes, abarcando todo el ámbito nacional. El sistema de FP permanente ocupacional para la empleabilidad de los trabajadores es un factor productivo más crítico que el capital para el desarrollo del país. Los empresarios no pueden considerar al Estado sólo como el garante de la ley y el orden, el protector de su propiedad y el responsable de su defensa militar, también deben verlo como el garante de la empleabilidad de sus ciudadanos trabajadores para la evolución de sus ocupaciones a todo lo largo de la vida. Sin ese desarrollo de una FP permanente ocupacional diferenciada de la FP inicial y ejecutada por los medios propios del Estado, no hay futuro. El Estado debe acabar con la financiación de centros colaboradores facilitando la libertad de elección del trabajador. El Estado pagará al trabajador el precio establecido por cada especialidad formativa que él elija, sea ésta realizada en un centro público o privado. Pero la oferta pública de formación por medios propios debe abarcar toda la gama ocupacional de las especialidades formativas y ser el motor de la innovación a través de sus especialidades específicas; pudiendo los centros privados ofertar las suyas, pero siempre existiendo una pública como referencia.

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