Ayer, dos veces
Recordatorio. Es menester que, después de ti, el mundo sea algo mejor porque tú viviste en él...
Hemos regresado. Qué bien, ¿verdad? Nos referimos a días como el que ayer ha estado aquí en la capital del Principado. Resulta que una pareja de ruiseñores comunes parece (¿o será ilusión de este escribidor?), parece, parece, parece estar anidando en uno de los árboles que tenemos aquí a la vista cerca de casa.
Takai Kitô, en un poema precioso entre los preciosos, años ha escribió: «Algunos días no viene el ruiseñor; otros, dos veces...». En fin, que aquí estamos nuevamente. Ya, ya sabemos que con la tela que hay para cortar estaréis pensando que mejor nos quedábamos definitivamente por allá. Amables lectores, abrazos llenos de cariño. Para ti, Natalia, tinetense joven y maravillosa, un beso grande, grande. En tu corazón están y estarán de por vida y cuando nos vayamos a nuestra estrella, «supe ver el dolor de los demás y supe ver la tristeza que otros sentían por mí al verme sufrir por el dolor en el espíritu».
Érase una vez. Despedida y cierre por hoy.
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