Samartín pesquero en Avilés
Si no fuese porque es un recurso muy socorrido, dada la época del año, la noticia de la anulación de las elecciones en la cofradía de pescadores de Avilés merecería el conocido adagio de que a cada cerdo le llega su «Samartín». Por eso no voy a usarlo; por eso y porque el cerdo, como especie, siempre ha merecido todos mis respetos.
Por fin una instancia administrativa –la Dirección General de Pesca Marítima– ha decidido plantar cara a ese conjunto de irregularidades que cada cuatro años impregnaban de olor a cochiquera el proceso electoral por el que se designaba al patrón mayor de la cofradía «Virgen de las Mareas»: censos electorales mínimos, de los que se excluía a los críticos con subterfugios baratos, presencia de algunos individuos en órganos que la más grosera consideración ética o, directamente, la normativa electoral hacían incompatibles, actualización de cuotas a unos y acusación de deudores a otros, en función de las afinidades electivas… En fin, estiércol en estado químicamente puro aunque en distintas presentaciones.
Por fin vamos a tener la oportunidad de ver a una gestora –esperemos que plural, independiente, honrada y transparente– pilotar ese proceso electoral y poner de manifiesto, de una vez, quién es quién en una organización caracterizada, desde hace décadas, por la ocultación, la amenaza y el chantaje, sostenida por el interés económico de unos pocos y, por qué no decirlo, la cobardía y la connivencia de muchos.
Felicito desde aquí a Javier Rentería («Yavi»), a Jesús Galindo, a Nacho Santiago y a todos los demás que están al frente –y no detrás– de este movimiento crítico, que ya lleva bregando varios años. Es la oportunidad de hacer las cosas de otra forma en Avilés, de demostrar que, en colaboración con la lonja de pescado, se puede modernizar la comercialización y copiar modelos que funcionan en otros puertos del Cantábrico comparables al nuestro. Y, por supuesto…, de abrir cajones y levantar alfombras, de revisar auditorías compradas al peso, de informar a los socios sobre la gestión del hielo, de los descuentos del gasoil, del aplazamiento de las deudas en función de las lealtades, de las actuaciones en el No-Do y con el resto del patrimonio de la cofradía, de la cuantía y el destino de los gastos de representación de un patrón mayor especialista en hacer el ridículo con sus poses histéricas en cualquiera de los foros a los que acudía, un patrón mayor al que cualquier colectivo que se precie pagaría por que se quedase en casa y no le representase públicamente.
Mi enhorabuena a estos armadores y, por supuesto, a la directora general de Pesca Marítima, que, con menos conocimientos jurídicos que una consejera de infausto recuerdo y corto recorrido –que pudiendo hacer lo mismo en similares circunstancias no se atrevió a hacerlo, perdiendo años de ventanas abiertas y ventilación forzada–, ha demostrado muchos más redaños.
Alberto Vizcaíno
Director general de Pesca entre 2003 y 2008
Oviedo
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