Querido D. Antonio
Tristeza, dolor e indignación son los sentimientos que nos ha provocado la carta Al párroco de San Juan de Ávila publicada en este periódico el martes, 18 de noviembre.
Qué injusta nos parece la valoración que se hace de tu trabajo y tu entrega en estos años en nuestra Parroquia. Pero aún nos parece más dolorosa porque se hace en un momento en que tú no puedes defenderte. El accidente que te apartó de tu trabajo pastoral te impide tener voz para hacerlo. Por eso nosotros queremos ser tu voz, queremos salir en tu defensa, rebatir y expresar que nuestra valoración es otra y que nos parece terriblemente injusto resumir, del modo en que se hace, tu paso por esta Parroquia.
Como toda persona cometerías errores, no todo el mundo compartiría tu modo de hacer las cosas, no siempre te sería fácil armonizar las distintas sensibilidades parroquiales. Pero nadie puede negar tus esfuerzos y tu dedicación para animar la vida parroquial, incluso en momentos en que tu estado de salud aconsejaba lo contrario.
Si algo te definió a lo largo de estos años fue tu interés por conseguir que fuera una realidad en nuestra Parroquia aquella imagen, tan querida por ti, de las manos unidas en alto en la oración del Padrenuestro. Si esta comunidad no es todo lo evangélica que debiera, si la vida parroquial es lánguida, si nuestro compromiso no es más auténtico, será responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.
Junto al respeto que nos merece tu trabajo en estos años, queremos valorar tus esfuerzos por renovarte, tu respeto hacia las ideas diferentes, tu acogida hacia los que no siempre pensábamos igual, la confianza que depositabas en nuestro trabajo.
También aceptamos tus miedos, tus inseguridades, tus errores que como cualquiera de nosotros tenías, pero que siempre superaste con el gran cariño que demostraste tener a esta Comunidad Parroquial y que ahora queremos devolverte con un inmenso ¡gracias!
Grupo de catequistas Parroquia S. Juan de Ávila
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