La Nueva España » Cartas de los lectores » La Universidad de la excelencia

La Universidad de la excelencia

22 de Marzo del 2012 - Javier López (Oviedo)

«Es la endogamia que tenemos y que vamos a seguir teniendo», éstas son las palabras que nuestro Rector, D. Vicente Gotor, pronunció hace tres años («La Voz de Asturias» 27/02/2009). Un rector que asume, se rinde y no ha hecho nada en contra de las peores lacras que sufre nuestra Universidad: la endogamia y el nepotismo. Un rector que se muestra más preocupado por «la imagen» de la Universidad que por el contenido de los problemas que en ella se generan, como yo mismo pude comprobar en mis propias carnes.

Cursé los estudios de la licenciatura de Historia en la Universidad de Oviedo sin problemas, salvo una asignatura de cuatro créditos y medio.

Durante la carrera, además de estudiar, me sentía «universitario» y, por ello, dediqué parte de mi tiempo a participar en las comisiones de Gobierno, Cultura, Docencia, y en la Delegación de Alumnos. Durante los cursos 2006-07 y 2007-08 organicé en la Facultad de Historia, respectivamente, las I y II Jornadas de Cultura Japonesa, que fueron inauguradas por el embajador del Japón en España y otras personalidades.

Aunque no pertenecía a ningún partido político, participé activamente, durante las elecciones para Rector de la Universidad de Oviedo del curso 2007-08, a favor de don Vicente Gotor porque, entonces, pensaba que así se podría producir un cambio favorable para «mi» Universidad. En dicha campaña sufrí vejaciones e insultos, incluso salió en el periódico, pues unos vándalos llegaron a «empapelar» el campus del Milán con pasquines con insultos, sólo por haber apoyado al actual rector.

Al faltarme una sola asignatura para acabar la carrera, asesorado por D. Vicente Gotor, pedí el «aprobado por compensación», dado que cumplía todos los requisitos que el reglamento exige para esos casos.

El profesor de la única asignatura que me faltaba para finalizar la carrera ya me había avisado en una de las distintas conversaciones que había tenido con él a puerta cerrada en su despacho: «Puede que no acabes la carrera por mi asignatura». Además, tal y como le había trasladado mediante queja al Defensor de la Universidad de Oviedo, el hecho de haber cometido arbitrariedades manifiestas (ejemplo, haberme puesto suspenso en un examen al que no me había presentado) era síntoma de que no había posibilidad de entendimiento.

Dicho profesor pertenece a una familia muy influyente dentro de la Universidad de Oviedo, ya que no sólo él trabaja como profesor, sino que da la casualidad de que también lo hacían su mujer y su suegro. Además, el contenido que impartía no se ajustaba con la materia que se debería impartir en ella, según el plan docente. Este hecho, que pone en entredicho la supuesta excelencia de la Universidad de Oviedo, nunca se ha tenido en cuenta ni se ha investigado por parte de quien debería hacerlo, es decir, el rector.

Incomprensiblemente, mi petición fue desestimada sin ninguna justificación. Por ello, interpuse un recurso de alzada ante el rector alegando: problemas con el profesor de la única asignatura que me quedaba, que cumplía todos los requisitos legales, y que el esfuerzo que había hecho era innegable, ya que a pesar de que en el verano de 2006 había muerto mi padre, originándome una grave depresión, había logrado finalizar los cursos académicos con buenas notas.

Mientras esperaba la resolución del recurso de alzada me dediqué a organizar el I Congreso Internacional de Cultura Japonesa, que se celebró en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo. Era el primero de la historia de esta temática que se celebraba en Asturias, y fue inaugurado por el rector, D. Vicente Gotor. Justo cuando acabó el congreso, me notificó que me desestimaba el recurso de alzada. En la conversación que mantuve con él, y ante mi insistencia por saber los motivos de dicha postura, me explicó que tenía miedo a que el grupo de profesores que apoyaban a ese profesor «le armaran problemas» en la Facultad de Historia, ya que no eran de su «cuerda política».

Aunque ya lo había sentido en carne propia, volví a constatar el grado de politización que existe dentro de nuestra Universidad. Fue, entonces, cuando protesté, por sentirme completamente indefenso. Viendo que no iba a tener solución, decidí recurrir por la vía contencioso-administrativa. Esta decisión le molestó al rector, que pensó que su imagen peligraba si salía a la luz esta injusticia. Para él, la solución hubiera estado en seguir matriculado en esa asignatura y ver si se podía «reconducir la situación», con el peligro de no llegar a licenciarme nunca.

Posteriormente, el juez, que además es profesor asociado de la Facultad de Derecho en la Universidad de Oviedo, resolvió a favor de ésta, poniendo de relieve otro de los problemas que sufre nuestro país: la politización de la justicia. Durante el juicio quedó demostrado que el profesor de la asignatura objeto de litigio no contaba con la suficiente objetividad, que hubo diversas contradicciones e incluso mentiras en las declaraciones de dicho profesor ante el juez, que hubo supuestas anomalías e irregularidades durante el proceso administrativo, y que el principal argumento de la Universidad para justificar el motivo por qué me quitaban el derecho al aprobado por compensación versaba en unas supuestas pruebas que la Universidad nunca aportó al procedimiento. Sin embargo, y a pesar de todo ello, el Sr. Magistrado fallo a favor de su casa. Recurrí la arbitraria sentencia, y en segunda instancia me desestimaron mi recurso «al no haber suficientes motivos para haber llegado a ella». Ésta es la justicia que gozamos en nuestro país, donde existen magistrados que son «juez y parte».

Ante esta situación kafkiana tuve que matricularme en otra Universidad española, donde dicha asignatura es de diez créditos y el programa mucho más extenso. La diferencia de planes de estudios entre las dos universidades hizo que tuviera que cursar otra asignatura más para poder licenciarme. La calificación que obtuve en las dos asignaturas fue de notable en la primera convocatoria.

Han pasado ya unos años de mi calvario particular, ahora trabajo en el sector privado y estoy feliz. Por eso, con la serenidad y tranquilidad que me produce analizar los sucesos desde la distancia, he querido escribir mi experiencia con la finalidad de ayudar a los demás. Siempre he considerado que la Universidad debía de ser un espejo de honorabilidad para la sociedad. Por desgracia, en ocasiones, no es así. Por ello, la sociedad asturiana y la comunidad universitaria, especialmente ahora en vísperas de unas nuevas elecciones al Rectorado, deben conocer cómo funciona en sus entrañas la Universidad. Considero que la ética debería regir el comportamiento de todos los miembros de nuestra alma máter, y que la Universidad de Oviedo fuera, de verdad, una Universidad de Excelencia.

Cartas

Número de cartas: 46086

Número de cartas en Octubre: 24

Tribunas

Número de tribunas: 2088

Número de tribunas en Octubre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador