Esto no es una crisis, es una estafa
Comienza a existir un reconocimiento de culpabilidad por la situación que estamos viviendo entre los ciudadanos, a causa del mensaje claro y conciso que el sistema financiero y las grandes corporaciones, con la colaboración necesaria de los tecnócratas colocados en los gobiernos del sur de Europa y los medios de comunicación, han inoculado entre la población: la crisis que sufrimos la hemos generado los codiciosos ciudadanos, llevando a la ruina a los Estados y poniendo en serias dificultades al transparente y perfectamente regularizado sistema financiero. Este falaz mensaje va calando en el ánimo de unos ciudadanos que se autoflagelan en su impotencia, huérfanos de políticos que los defiendan de esta manipulación.
Que se han cometido excesos, ¿quién lo pone en duda?, y que quienes han cometido esos excesos a título particular, están pagando y, cuando no, purgando sus culpas, ¿quién lo pone en duda?, qué fácil es hacer la demagogia de que se vivía a crédito y el culpable es el ciudadano que asumió esos riesgos. Yo me pregunto: ¿el sistema financiero que asumía los riesgos para conseguir pingües beneficios está purgando ahora esos riesgos?, ¿verdad que no? Y menos cuando vemos cómo sin ningún rubor socializan las pérdidas a través del BCE y el Banco de España, en el caso de nuestras cajas, todo ello con los impuestos de los «codiciosos» ciudadanos, que fueron los primeros que les proporcionaban indecentes beneficios y ahora se atreven a demonizarles, haciéndoles culpables de una situación que el propio sistema ha creado.
Seamos estudiantes, empresarios/as, trabajadores/as, pensionistas, altos, bajos, guapos/as, de derechas, de izquierdas, todos, repito todos, estamos en el mismo lado, porque a todos el sistema financiero y las grandes corporaciones nos quieren hacer retroceder cuatro décadas en todos los avances sociales conseguidos y en una reducción drástica de los salarios que revierta en grandes beneficios para los mismos que han creado esta estafa, imponiendo en el sur de Europa las condiciones laborales necesarias para hacernos competitivos con los países llamados emergentes, donde el Estado del bienestar y los salarios que dignifiquen el trabajo brillan por su ausencia.
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