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La noria del 11-M

13 de Marzo del 2012 - Francisco Manuel Domínguez Menéndez (Avilés)

Vuelta la triste burra del 11M al prado de la teoría conspirativa. Esta vez el rostro lo pone el imparcial e independiente Torres-Dulce, a la sazón y por la gracia de Mariano Rajoy, Fiscal General del Estado. Ahí es nada.

La mano que tira la piedra siempre es la misma: los medios de comunicación ultraconservadores. Y la extremidad que mece la cuna: el brazo incorrupto de un señor bajito de bigotes que aún no digirió convenientemente aquella derrota electoral sufrida a manos de un gris y denostado Rodríguez Zapatero.

La explicación más verosímil y corroborada más tarde por el magistrado de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez, nunca fue admitida por el PP porque sería tanto cómo atribuirse las consecuencias de una política internacional absolutamente equivocada, de hermanamiento suicida bajo la falsa coartada de las armas de destrucción masiva iraquíes, como más tarde quedó fehacientemente demostrada, aunque para entonces ya se había consumado la barbarie. También, los mentidos y desmentidos gubernativos sobre los orígenes de los atentados de Atocha y el nefasto y enfermizo endiosamiento del señor Aznar, quien jamás comprenderá cómo después de haber ganado tantas batallas económicas perdió aquella guerra electoral, ayudan a explicar un fracaso que días antes del atentado nadie podía pronosticar.

Pero en la vida, mucho menos en materia política, no se puede vender la parte sin haber cobrado el todo. Hoy te encumbran y mañana te entierran. ¿Quién le iba a decir a Maximilien Robespierre que acabaría siendo víctima de su propia revolución? Lo malo de estos personajes con autoestima galáctica es que se creen sentados a la derecha del Padre y amparados por la impunidad sin matices, contra derivas ideológicas propias de la ilustración. Aznar está más cerca ideológicamente del paternalismo monárquico del siglo de las luces que del suyo, con tantas sombras, incluso tinieblas. La grandeza del hombre está en admitir sus equivocaciones y no esconderse bajo el manto de la ficción. En política, prudencia y transparencia suelen ser buenas consejeras mientras que vehemencia y obstinación conducen al sectarismo.

Es de locos redundar sobre la teoría especulativa de un caso ya enjuiciado y sentenciado. Más que buscar la verdad, se trata de seguir enredando en un asunto que por la crueldad de los hechos, unos y otros, política y prensa, deberían apartar de la disputa partidista. Aquellos a quienes se les llenó la boca pidiendo el máximo respeto para las últimas decisiones judiciales tomadas por el Supremo, son los mismos que ahora pretenden buscar nuevos signos de interrogación que justifiquen la apertura de un nuevo juicio hecho a la medida, como los trajes. El caso es no parar hasta conseguir un caso anatómicamente moldeado a los intereses estratégicos del Partido Popular.

Hace unos años, Telemadrid elaboró un documental basado en el libro de Luis del Pino titulado Las sombras del 11 M y, en diciembre de 2007, el Colegio de Periodistas de Cataluña, sin intereses partidistas, publica un dossier en el que desmonta la trama probatoria de Del Pino que condujo a Telemadrid al ridículo más espantoso. Qué le vamos hacer. Los hay que son inasequibles a cualquier manifestación de desaliento.

En el supuesto que el PSOE hubiera participado en la teoría de la intoxicación propagandística, ¿cree el señor Fiscal General que iban a ser tan tontos de brindarle alguna prueba después de ocho años de poder ejecutivo? Torres-Dulce sabe que el hallazgo de un vagón fantasma siniestrado en los hechos ocurridos el 11M, no va a despejar ninguna duda conspirativa. El caso es marear la perdiz y contentar al poder mediático afín y su parroquia. Los luctuosos atentados del 11M, cada vez se parecen más, desgraciadamente, a una noria dotada de movimiento perpetuo a la que suben y se sube el PP periódicamente según exigencias del guión.

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