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La "disfunción sexual femenina" y el negocio de la "felicidad"

13 de Marzo del 2012 - Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Madrid)

La segunda cadena de TVE "la 2" de toda la vida- dedica su tiempo de los sábados por la noche a emitir toda suerte de reportajes que abordan diferentes aspectos de la vida social, cultural, científica o popular. El pasado día 10, uno de los asuntos que se abordaron versaba sobre el orgasmo femenino, de su tratamiento y manipulación llevado a cabo por determinadas industrias farmacéuticas. Los aspectos psicológicos, circunstanciales, laborales, etc. que podían influir negativamente sobre el mismo no tenían cabida aquí.

Para rentabilizar el negocio estas industrias habían seguido varios pasos. El primero de ellos, y fundamental, fue darle un nombre que encumbrara a categoría de enfermedad la ausencia puntual, parcial, total, temporal o crónica, del orgasmo, por lo que lo denominaron "Disfunción sexual femenina". Después hicieron múltiples encuestas, siempre sesgadas y supeditadas a sus intereses y, por último, emitieron, con un gran despliegue publicitario, sus escalofriantes resultados: en Estados Unidos un 43% de las mujeres padecían tal "infeliz enfermedad". Negocio a la vista: había que ponerse "manos a la obra".

Se desató de inmediato el interés de diversos científicos por hacer más felices a las mujeres con su química inventada y basada en los cálculos de ganancias multimillonarias. Todos ellos se pusieron el "dorsal" de las industrias que les avalaban para participar en la gran maratón de la creación de productos químicos y ver quién llegaba el primero a la meta. No había reglas, pero si un jurado final. Así que, de esta larga carrera, se fueron quedando por el camino algunos de ellos, pues sus remedios, algunos catalogados como placebos, se vieron abocados al fracaso, no sin antes haberse embolsado cifras escandalosas de dinero a costa de engañar con sus "ungüentos" a las mujeres por ellos timadas.

Los últimos en salir en la carrera, pero que todos consideraban como ganadores por el poderoso "dorsal publicitario" que les respaldaba, se inventaron unos parches de testosterona que, según dijeron, eran la panacea de la felicidad femenina. Lo anunciaron como la nueva viagra para las mujeres, pero, afortunadamente, quienes tuvieron voz y voto para decidir el permiso para darle salida al mercado mundial se lo denegaron al verificar que sólo habían probado sus efectos en mujeres a las que se les había hecho una histerectomía y estaban sometidas a tratamientos con estrógenos. Sin más. Y ni siquiera con ellas pudieron confirmar el éxito de la relación causa-efecto de la aplicación de la testosterona.

Pero aquí no acaba la cosa, hubo quién se desmarcó de esta carrera química. Un "notable científico", se inventó un artilugio que insertaba en la columna vertebral y que después funcionaba con un mando a distancia. Con él prometía que la mujer que lo llevara podría disfrutar, en cualquier momento del día, de los beneficios de sus placenteras vibraciones. El resultado obtenido fue un auténtico fracaso y, como ejemplo, en el reportaje se nos dio a conocer un caso que producía una mezcla de rabia, pena y risa a la vez. Una mujer sexagenaria que quiso disfrutar de la tal felicidad prometida, se sometió a la arriesgada operación y, después, se fue para casa con su ilusión, su implante y su mando a distancia; lo probó durante el tiempo que el médico estableció y, cuando volvió a la consulta le dijo: quítemelo por favor, porque lo único que vibra cuando lo utilizo es mi pierna, doctor. Allí lo probó, ante la cámara, y allí se vio cómo su pierna temblaba cuando le daba al mando de su frustrada felicidad.

Y de pronto, no sé por qué -¿o quizá sí?- , me vino a la mente la Gripe A, con sus amenazas, miedos, vacunas, jabones y mascarillas. Y con esto, lo dejo aquí.

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