A José Luis Perelétegui, amigo y maestro
Últimamente el maestro Perelétegui se había involucrado con las nuevas tecnologías y entregaba las crónicas por correo electrónico, en vez de escritas a máquina. Y de modo parecido, vía Twitter, a través de su sobrino el fotógrafo Ignacio Perelétegui nos enteramos de la noticia –no por esperada menos triste– de su fallecimiento.
Durante muchos años fuimos amigos y compañeros en la Peña Julián Cañedo de Oviedo. Tenía un estilo inconfundible en sus crónicas, de riquísimo vocabulario, en las que siempre mantuvo un tono positivo, encaminado a defender la Fiesta que tanto amaba. Fue el último de los antiguos revisteros.
No sólo llamaba la atención su facilidad para la crónica escrita. En la radio, medio del que fue gran profesional, su verbo fácil y fluido era ejemplo para todos. ¿Y sus dibujos y pinturas? Tocado por la varita, miles de apuntes salieron de sus lápices para ilustrar crónicas, artículos o simplemente llenaban papeles por el placer de expresar lo que veía en el ruedo.
En los años que compartimos en la Peña, fueron muchos los proyectos en que trabajamos en común. La publicación de la revista «Azul y Oro» en la que dio la alternativa a mis primeras crónicas, que luego acabarían por propiciar mi pase al semanario «Aplausos». ¿Y qué decir de las Jornadas Taurinas? Cuidando los detalles y el protocolo al máximo, fueron modélicas. Todas estas actividades que siempre fueron posibles gracias a sus ideas y al trabajo desmedido de nuestro entrañable amigo Bernardo Sánchez Escandón, quien ya nos dejó hace cuatro años. Seguro que ahora, juntos allá en el Cielo, emprenderán algún nuevo proyecto.
Hace años dejó Oviedo, tras cerrar su ciclo profesional, y en León, junto a los suyos, revitalizó la Peña Taurina Leonesa hasta convertirla (con el apoyo de otros grandes aficionados como Julio Cayón, José Antonio Cabañeros, Manuel Cachafeiro, Ricardo Ferradal, entre otros) en una referencia para este tipo de asociaciones.
También quiero recordar aquellos viajes que compartimos para ver festejos taurinos en Madrid y otros lugares; los días de corrida en Gijón y Oviedo, con asistencia al sorteo, comida, tertulia, etcétera. Fueron muchos los buenos momentos vividos; entre ellos, las tertulias en las que siempre que podía expresaba su admiración por Manolete.
Y tanto José Luis como Bernardo se fueron con un resquemor, el cierre de la plaza de toros de Oviedo, por la que tanto trabajaron junto a otros aficionados. Lástima este cierre, inexplicado e inexplicable, que la buena afición local espera no sea definitivo.
Un abrazo muy fuerte para ti, José Luis, y para los tuyos, especialmente para tu mujer, Pilar. Gracias por todos los buenos momentos, maestro Perelétegui.
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