Tenemos lo que nos merecemos
Es triste y vergonzoso, pero a la vista está que tenemos lo que queremos y nos merecemos. Ahora se hacen los mítines en restaurantes y hoteles, a poder ser de cinco estrellas, y eso lo comprobamos en esta campaña. Qué importa la crisis. Qué importan los 5 o 6 millones de parados que hay. La plaza del pueblo, de toros, o un campo de fútbol, eso ya no vale, que después tenemos que llenar la panza y eso ahí no nos lo sirven. Y, ojo, sin sonrojarse, que las espaldas son grandonas y anchas y la memoria de los gilipollas que es como nos consideran (y tal vez tengan razón), pequeñita, porque elección tras elección repetimos la misma farsa. Lo vemos en el Parlamento. Cada vez que hay sesión parlamentaria, cuando está en el uso de la palabra uno de un grupo, los contrarios gritan y patalean mientras que los del grupo interveniente aplauden como si de un partido de fútbol o una corrida de toros se tratase. Simplemente vergonzoso y patético.
Ahora bien, aunque se insulten, discutan y a veces hasta se desafíen (eso lo vimos aquí, no muy lejos y no hace muchas fechas), después, a la hora de la verdad y cuando les atañe algo a ellos, todos amigos y de acuerdo, que el pueblo ya se arreglará. Primero ellos y después también.
Es patético ver cómo cuando los dos grupos mayoritarios ya no intervienen más que carreras hay por las escaleras, que a veces hacen falta hasta semáforos para que no choquen, que el taxi –y sobre todo el avión– no espera y si no se regresa pronto, los demás trabajos se pierden... y si no, no hace falta más que consultar cuántos viven de ese sueldo solo y cuántos tienen hasta ocho o más más, y como ganan poco... si no es así como dicen, ya que es por el bien nuestro, porque si no habría mucha corrupción.
Dios nos coja confesados porque, viendo la prensa diaria, qué pasaría, a los hechos me remito. Lo que pasa es que aunque nos engañen con promesas un día tras otro y que no cumplen, aquí no ocurre nada, pues ya se encargan ellos de sacar leyes para protegerse y no poder ser condenados, por prometer y no cumplir, y eso que ya llevamos siete constituciones y seguimos igual o peor.
Cuando nos tienen que meter la puntilla como ahora, nos comparan a Europa o nos dicen que manda Europa para hacer lo que quieren, pero nunca nos ponen como ejemplo a los europeos para hablar de pensiones, sueldos, derechos sociales... para eso mejor compararnos con China, la India... y cuando ya no salen elegidos, corriendo a las multinacionales, a las eléctricas, para recuperar lo poco que ganaron antes, y así todos contentos. Y el pueblo, a la eme...
Durante las campañas electorales nos besan, nos saludan nos achuchan y, cuando está cumplido el objetivo, como si fuésemos estiércol, nos repudian; no sea que los contagiemos...
Ésta es la opinión que tengo de ellos y creo que la de muchos más ciudadanos (si al menos nos considerasen ciudadanos). Lo siento: hagan algo coherente con lo que representan y para los que representan. A ver si cambiamos de idea.
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