Cumpleaños longevo
Si la Pepa levantara la cabeza, no daría crédito a la cantidad de pepes que han sido votados democráticamente para gobernar la vieja piel de toro. El espíritu de la Constitución de 1812, aunque muy liberal para su época, nunca podría esperar que, después de pasados trescientos años de su promulgación, los avances políticos en su lugar de nacimiento, fueran tan distantes del origen de su prometedora existencia.
Cómo se puede celebrar el trescientos aniversario de la Constitución de Cádiz, con el semejante rebaño de indocumentados que, según los sondeos demoscópicos realizados estos días, indican que, en los próximos comicios andaluces, el color de los ganadores, será mayoritariamente monocolor. Un color, nada parecido a los tintes con los que se vende este cumpleaños.
O los tiempos han cambiado mucho, o nuestros queridos gaditanos, acompañados de los demás andaluces que configuran las listas de futuros votantes de los comicios regionales se han vuelto locos. Una región, presumiblemente rodeada con el aura de esa celebración constitucional, basada en los sueños liberales de un pueblo oprimido por un control capitalista, es inversamente proporcional al bombo y platillo de estas promulgaciones. No se entiende que, la intención de voto de los que allí moran, pueda llevar a la misma a un control muy distinto del de sus sueños.
Puede haber una grieta en la añorada Pepa por la que tengan cabida estas celebraciones, y no es otra que, no separar el poder político del religioso; tomando partido inexorablemente (en este caso) por la religión cristiana. Y así en su artículo 12 venía a decir expresamente: La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por Leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Nos formamos ideas o arquetipos muy distantes de la realidad. Bueno, de cualquier manera, por celebraciones que no quede, así que, ¡Viva la Pepa!
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