Por amor al arte
«Me quieren poner a la opinión pública en contra», titula Cuco Suárez su carta a LA NUEVA ESPAÑA del 15.03.12. Ya en el texto lo empeora cuando escribe «poner a la opinión en mi contra»; como si contra fuera un sustantivo que pudiera ser de unos o de otros. Pero, sintaxis aparte, a lo que voy es a explicar cómo lo que predispone mi opinión en contra de Cuco Suárez es la propia pretensión de Cuco Suárez.
Cuco Suárez se define como artista performer y está cabreado porque ha visto esfumarse unas subvenciones para su participación en la Bienal de La Habana. Precisamente lo que me puso la mosca tras la oreja fue el leer en este periódico la carta del comisario cubano de la Bienal criticando a la Consejería de Cultura y sacando la cara por Cuco Suárez, un artista al parecer comprometido con la denuncia de los mecanismos del poder a través de su práctica artística. No me cuadra que figure en las prioridades del régimen castrista el que le vayan a tocar las narices a domicilio (aunque los gastos corran por cuenta ajena).
Entré en Google para saber más de Cuco Suárez y pinché en Imágenes; en el muestrario aparece un señor muy corpulento en tanga, en distintas poses y ejercicios (lo que en su jerga llaman performando). Que Cuco Suárez performe en tanga, en smoking o en pelota me es completamente indiferente, dado que no me interesan en absoluto sus performances. En cambio lo que no me resulta indiferente es la pretensión de Cuco Suárez de que se financie con dinero público sus ocurrencias por el mero hecho de llamarles performances. Natural que los ciudadanos reaccionemos cuando nos tocan una parte tan sensible como la de los impuestos.
«Confío y espero que en breve se haga justicia y usted (Cabriffosse) quede para siempre fuera de cualquier responsabilidad institucional, que sin lugar a dudas será lo mejor para nuestra tierra asturiana», concluye Cuco Suárez, aplicando el principio ontológico de que lo bueno para la parte (Cuco) es lo mejor para el todo (Asturias). Transitando en dirección contraria, llego inevitablemente a la conclusión opuesta: apenas me importaría el resultado del 25-M con tal de que nuestro patrimonio siguiera en manos de Marcos Vallaure y de Francisco Cabriffosse.
Dado que no tengo solicitada ninguna subvención, sólo me muevo en este punto por amor al arte. El Prerrománico es Patrimonio de la Humanidad; las ocurrencias de Cuco y las iniciativas de Grueso todavía no lo son. No entiendo que miembros de la burguesía ilustrada como Rosina Gómez-Baeza o Cueto Alas (por citar sólo dos nombres) se hayan uncido al pomposo carro de la Modernidad fletado por una izquierda tan hortera como ignara. En la cubierta de San Julián de los Prados crecen los pinos y los fresnos, mientras la piel del Principado está invadida por un sarpullido de retablos de las maravillas tan vacuos como caros. Uno de estos días pude ver en un prospecto el Aula de Interpretación del Cementerio de La Carriona; Bécquer ya no podría escribir qué solos se quedan los muertos. Los socialistas les han puesto intérpretes.
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