Cultura de la muerte
Sobre la información aparecida en su periódico de fecha 2 de abril de 2009 de la conferencia titulada Cultura de la vida, cultura de la muerte. Eliges tú, a cargo de Jesús Poveda de Agustín, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Fundación Vida, me gustaría hacer un par de comentarios:
El primero es que resulta curioso que sean aquellos que han hecho de la muerte su referencia (no olvidemos que la cruz era un instrumento de tortura y/o de muerte ignominiosa), aquéllos que han sido culpables directos o indirectos del genocidio de numerosas minorías (los indios sudamericanos sería el ejemplo más claro) por el simple hecho de no aceptar su doctrina de Un dios de amor y caridad, los que hablan ahora de cultura de la vida.
Además, los mismos que desprecian el criterio de los profesionales médicos y científicos respecto del uso de los métodos anticonceptivos para controlar, sino evitar, la plaga del sida en África hablan de cultura de progreso.
En definitiva, que quienes festejan, no la resurrección (un único día con o sin procesiones) sino el tormento y la muerte del Profeta (semana de procesiones), aquéllos que han convertido la otra vida en el sentido de ésta, los que hasta el Concilio Vaticano II daban la misa de espaldas y en un idioma desconocido para la mayoría de los fieles, aquellos cuyas vestiduras talares son de luto perpetuo, aquellos que creen que las mujeres no pueden ser dirigentes, sino sólo obreras (o como mucho capataces), se proclaman ahora portavoces de cultura de la vida, de la libertad o del progreso.
El segundo es más una curiosidad, si su reivindicativo lazo blanco en vez de en vertical lo colocas en horizontal, se convierte en el pez, que era el símbolo de los primeros cristianos, aquellos que estaban mucho más cerca de las enseñanzas de Jesús y que de alguna manera parece que están mandando un mensaje a los actuales dirigentes: el de una Iglesia que debería, en mi humilde opinión, mirar hacia abajo y reencontrarse con unas bases cristianas que han heco más y mejor proselitismo al permanecer en contacto con una realidad cambiante y continuo progreso.
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