Una relación insospechada
El 21/03/2012, a las 18.00 horas, el asegurado, que viene del Hospital de Cabueñes de Gijón, llega a su casa y, tras realizar unas tareas ineludibles, se sienta frente al PC, abre su correo y se encuentra con éste: «Está un conductor pillado en un monumental atasco en plena Carrera de San Jerónimo. No hay forma de avanzar. A un hombre que ha tocado en su cristal le pregunta: ¿qué es lo que pasa?».
«Unos terroristas han entrado en el Congreso y han secuestrado a los parlamentarios. Si no reúnen 10 millones de euros los rociarán de gasolina y los quemarán. Así que estamos haciendo una colecta entre los coches».
El conductor, echándose la mano al bolsillo, pregunta: «¿Y cuánto viene dando la gente?».
A lo que el hombre responde:
«Pues unos, medio litro; otros, un litro».
El asegurado, que está leyendo su correo, mientras piensa que se le van a ir en ello todos sus ahorros, pero no le importa, comienza a teclear para contestar de inmediato: «Apuntarme con cien barriles».
Se cruza de brazos y ruca repasando una vez más su reciente visita a la S. S.
Ha ido a hacerse la obligada revisión después de una cirugía motivada por el cáncer. Transcurridos 45 minutos de espera tras el último de los procedimientos, realizado a los cuatro meses de haber sido solicitado, le dan cita para conocer los resultados para noviembre. No puede evitar repetir, ¡para noviembre! La gentil empleada, que ha dejado discurrir diez minutos desde que se fue el anterior penitente hasta llamarle a él, salta más rápida que un rayo: «¡No se queje! Que no tiene derecho a quejarse. Lo importante es que ya le han hecho las pruebas».
¿Y eso de qué me sirve si no sé el resultado? ¿Y la angustia que ya tengo, incrementada con ocho meses más de espera, no significa nada?
Bueno, eso ya es cosa de cada cual, y bla, bla, bla.
¿Se comprende ahora la relación entre dos elementos tan dispares como son la gasolina y la Seguridad Social?
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