La muerte en un hospital
Paso a contar el caso de mi querida madre, María, durante su estancia hospitalaria en el Hospital Álvarez-Buylla de Mieres.
Mi madre padecía múltiples patologías y estaba polimedicada. La causa de su presencia en dicho centro era la agudización de su patología de Parkinson, que le causaba una disminución de su movilidad.
El ingreso se produjo en la habitación 135 de la primera planta, donde estaba entre otros el servicio de neurología.
En el momento del ingreso mi madre estaba consciente, orientada y colaboradora. No tenía puesta ninguna vía para suero u otro tipo de medicación. Indudablemente, estaba estable en su patología psiquiátrica y tenía que ser estudiada para su rigidez articular.
El transcurso del ingreso era normal, con un intento de ajustar su tratamiento neurológico, hasta que se produjo un problema en la ingesta de los medicamentos. Este problema se origina por la dificultad para la deglución e indudablemente para la ingesta de su medicación. Pasó de estar despierta y habladora a estar adormecida y sedada, sin comunicación verbal. Mi sorpresa llega cuando tengo conocimiento de que la medicación pautada se le había suspendido debido a un virus hospitalario que le provocaba fiebre alta, pero lo que realmente había ocurrido había sido una ingesta inadecuada de su tratamiento, con un atragantamiento que origina un probable ahogamiento y la posterior asfixia cerebral, que le produjeron daños cerebrales irreversibles y una muerte cerebral que desemboca en su fallecimiento.
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