Desajustes contables
En «El milagro de El Sardinero», en LA NUEVA ESPAÑA del 21.03.12, Evelio G. PALACIO atisba desajustes contables en las finanzas del presidente Álvarez-Cascos. Lo mismo que le ocurrió al Tribunal Supremo con la contabilidad del presidente de las Cortes, José Bono. A Palacio no le cuadra que, con un sueldo de 3.600 euros, Cascos pueda hacer frente a una hipoteca con cuotas mensuales superiores a los 5.500 euros. En principio, el que un político de primera división ande enredado en hipotecas podría ser interpretado como un signo de honradez; no lo tendría que pedir prestado si lo hubiera robado. Pero además, D. Evelio no contempla la hipótesis de que Cascos podría utilizar, para abonar sus plazos, el sistema de pago patentado por Bono sin suscitar la curiosidad del Supremo ni de la Fiscalía Anticorrupción (ni la de la prensa progresista): Bono pagaba los caballos con fajos de billetes de 500, envueltos en papel de periódico.
¿El milagro de El Sardinero? Poca cosa comparado con el prodigio de Hípica Almenara. A los milagros de los políticos ya deberían estar tan acostumbrados los periodistas como los lectores de periódicos. ¿Por qué habría de ser Bono el único taumaturgo en esta España que ya parece la corte de los milagros? Pero quien dijo caballos dice asturcones y, en «La cuenta de los asturcones», LA NUEVA ESPAÑA (20.03.12) denuncia que Cajastur pagó más de 1,2 millones en 2005 a una empresa vinculada a Cascos por una exposición y tres esculturas.
Desglosando los datos de LNE tenemos que Cajastur pagó a Aqualium Spain, empresa de arte promovida por María Porto, 250.000 euros por cada caballo, 350.000 más por los tres moldes en madera de las esculturas y otros 100.000 euros por la exposición en el paseo de los Álamos de la serie «Las meninas». Lo que en la LNE llaman moldes son más bien prototipos, tres figuras de madera del mismo tamaño y porte que las de bronce; no se trata, pues, de tres esculturas sino de seis, y tanto Oviedo como Gijón pueden sentirse orgullosas de exhibir estas obras de Manolo Valdés. Pero lo esencial es que Cajastur en 2005 estaba controlada por el PSOE y que nadie cuestionó entonces ni la legalidad de la operación, ni la calidad de las obras, ni el precio acordado.
Álvarez-Cascos, como cualquier hijo de vecino, tendrá un montón de defectos, entre ellos, al parecer, un carácter de perros. Pero si los que van a por él a bayoneta calada no encuentran más en qué pinchar que lo que nos están contando lo que salta a la vista entonces es que Cascos no es un ladrón (lo que no es poco en los tiempos que corren). No soy militante de Foro, pero tampoco soy partidario de que se mezclen churras con merinas.
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