Huelga general, sindicatos (liberados y parados)
Poco tiempo les ha faltado a los sindicatos para que sus «liberados» tomen las calles y hagan manifestaciones un día sí y otro también, la última el 11-M, ¡qué desfachatez!, ni siquiera a los muertos respetan, y todo ello porque con la Reforma Laboral que anuncia el Gobierno del Partido Popular parece ser que parte de sus prebendas se les acaban, y, para más inri, anuncian una huelga general para el día 29 de marzo.
Los mismos sindicatos que a un gobierno anterior del Partido Socialista, que nos arruinó durante siete años, incrementándose las cifras del paro diariamente por miles y después de estar adormecidos con motivo de las inyecciones a base de subvenciones que les suministraban, por fin, le hicieron una huelga general, en «connivencia» con dicho Gobierno; sí, sí, repito en «connivencia» con el Gobierno, pues a mayor abundamiento, uno de los que llevaban la pancarta (Valeriano Gómez) fue nombrado ministro de Trabajo; más claro, ni el agua; pues ahora, sin ni siquiera darle los 100 días de gracia, que se supone, ya están inquietos los «liberados» sindicales, no vaya a ser que tengan que trabajar de verdad, y se les acabe el «momio», y acuciados y alentados por el Partido Socialista, quién lo diría, cuando dada la situación actual, convendría que todos tirásemos del carro, les urge una huelga general; además, sacan el eslogan de que los «demonizan», los quieren «aniquilar», etcétera, etcétera, ¡qué gran mentira!
Pues bien, juguemos todos, pero con la misma baraja; ¿quieren los sindicatos y sus «liberados» una huelga general?, pues que la hagan, pero solamente para el que lo desee, y no envíen a esos piquetes, sarcásticamente llamados «informativos», compuestos por grupos de «liberados» que actúan como matones, amedrentando a los que no secunden la huelga, y el que quiera trabajar, abrir su comercio, su taller, su bar, etcétera, que pueda ejercer igualmente su derecho constitucional a no sumarse a dicha huelga, y acudir a su trabajo, si es que lo tiene, aunque dudo bastante de que eso pueda ser así, pues sus proclamas son de «arrasar la calle», «quemar la calle», etcétera, etcétera.
Y al día siguiente de la huelga, con todas las consecuencias de pérdidas que conlleva, destrozos en mobiliario, puertas y lunas de escaparates rotas, cerraduras selladas, etcétera, pues los cinco millones largos de parados seguirán en la misma situación, teniendo, en algunos casos, que acudir a la Cocina Económica, Cáritas (que depende de la Iglesia, tan denostada), e incluso a la rebusca de lo caducado, en los contenedores de las grandes superficies; seremos portada en la prensa extranjera; en las televisiones; nos compararán con Grecia, pero... los sindicatos, con sus liberados a la cabeza, seguirán cobrando su sueldo, e incluso sobresueldo, sin dar un palo al agua, y lo que es peor, sin resarcir a la ciudadanía de los perjuicios causados.
Así se escribirá la historia de esta huelga general.
José Luis Roiz González, Oviedo
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