Aceras, terrazas, bicicletas y zona rural
Los hosteleros ovetenses compiten en la instalación de vistosas y apretadas terrazas ante sus establecimientos. La desmesura, en algunos casos, choca con lo prudente y entorpece la comodidad de nuestras aceras, logro irrenunciable.
El hostelero facilitó al cliente barricas a la puerta para combatir la prohibición de fumar en el interior. Al tímido paso sigue la invasión de mesas, sillas, toldos y construcciones, por no decir galpones indecorosos. Hace bien el empresario en aprovechar los resquicios legales que brinda el Ayuntamiento para agrandar su negocio, ágora donde el necio encuentra altavoz, y las apariencias escaparate. Pero no se deben crear enemigos entre quienes comparten otro modelo de vida.
Desconozco los ingresos que a Ayuntamiento y empresarios deparan estas licencias. Sólo hablo, como viandante, de la incomodidad en aceras de uso frecuente y concurrido. Y añado, mensaje exclusivo al Ayuntamiento, que las bicicletas acumulan peligro a lo dicho. He sido testigo. El 25 de marzo, a las 13 horas en la calle León y Escosura de Oviedo, en la acera del banco que hay allí, un ciclista atropelló por detrás a una mujer. Por fortuna, todo se redujo a fuerte susto, manchas en la falda y algún punto en la media. El causante echó la culpa al manillar y con un «perdone, voy para casa», desapareció.
No es ésta una denuncia y menos una llamada a la erradicación de terrazas. Es una reflexión para que Ayuntamiento y empresarios concilien estética y espacio, con la mira en el ciudadano porque, de lo contrario, el imitado Oviedo pasará a ser con el tiempo la imitación de un poblado de chabolas. A los aberrantes chiringuitos de San Mateo, puñal en el corazón noble de Oviedo, me remito a pesar de su brevedad anual. Estas otras construcciones tienen pinta de permanencia y con esa perspectiva se deben tratar. El tiempo hace costumbre y la ley de la costumbre es difícil de combatir, por sensible y costosa.
¡Ah!, estas últimas líneas aclararán el título. Se habrá observado que el hilo conductor del escrito con el Ayuntamiento es el económico. Para mantener el «ringo-rango» en la actual y delicada época ha de hurgar en todos los rincones que generen euros. Hace poco, informó el periódico, dio una batida por medio del Catastro en cuevas rurales y aparecieron gazapos (nuevas construcciones) que no pagaban IBI. Pues bien, salvo que esté mal informado, el filón de la recalificación de terrenos en zona rural parece que reposa en vía muerta. Luego, ya sabe señor Alcalde, a trabajar; maniobre el expediente hasta vía preferente, hágase con el regulador de la Santa Fe y llévelo a la estación término en tiempo récord. Se lo agradecerán los propietarios de terrenos, los que esperan por ellos, los constructores, comerciantes y las arcas del Ayuntamiento. Y yo le agradezco me perdone esta osadía de trato.
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