La prudencia y el caldo de gallina
Recordatorio: Soplar y sorber al mismo tiempo es imposible
Al parecer la semana entrante –quizás ahora mismo ya– miles y miles de «popós» van de aquí para allá, de allá para acá por las vías públicas abiertas al tráfico sobre ruedas a motor. Exagerando un tanto, diríamos que en carretera hay, en estos instantes en los que tecleamos, la mitad, por lo menos, de coches, en relación con el número de habitantes que tiene nuestro país. Tenemos, pues, como si dijéramos, el enemigo en casa. Verbigracia, que el contrincante de todos y cada uno de nosotros somos nosotros mismos, a qué negarlo.
Antetítulo: Primer Café
¿Que cómo es eso? Pues muy sencillo: hay conductores que van y vienen igual que «balas»: siempre, siempre el hambre se junta con las ganas de comer. O sea, que nos comemos los unos a los otros... Esto es, que no acabamos de convencernos de que somos antropófagos incorregibles en el asfalto.
En fin, qué deciros al respecto que no sepáis, que no sepamos ya. Si acaso recordaros (recordarnos a nosotros mismos) que nos apuntemos al caldo de gallina y no a los otros «caldos», estos últimos nunca hicieron bien a nadie, a nadie, a nadie...
El «puentón» de la Semana Santa 2012 lo tenemos ya en puertas. Que lo paséis de rechupete. Lo más importante de todo es volver indemnes quienes os vayáis de viaje y quienes no también, amables lectores. Despedida y cierre. Érase una vez.
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