Botín y Botines
Aún se recuerda después de dos años la polvareda que se armó en todo el país cuando alguien filtró lo que habían cobrado aquellos altos cargos de «Novacaixagalicia» cuando abandonaron sus puestos. Fue tanto el escándalo que hasta la Fiscalía General del Estado decidió intervenir de oficio aunque sus conclusiones, al menos hasta el momento, no se hicieron públicas. El argumento que justificaba la alarma social es que se trataba de una entidad que había recibido ayudas públicas, vía FROB.
Pero hete aquí que no hace mucho el Santander remitió a la CNMV, como es su obligación, detalle de las retribuciones de sus directivos. Y sorprende mucho, singularmente en esta época de recortes de sueldos a trabajadores y a funcionarios, que Emilio Botín se haya embolsado 4,5 millones de euros en 2011; que Ana Botín, su hija, otros 5,9 millones, y que Alfredo Sáenz, consejero del Santander y mano derecha de Botín (que en su día fue condenado por la Justicia por malas prácticas bancarias, aunque indultado posteriormente por el Gobierno de Rodríguez Zapatero), cobre 11,6 millones. Además, a todos ellos hay que añadir la parte proporcional que les corresponde de los 248 millones destinados a fondos y planes de pensiones.
Mírese como se mire, es además de una vergüenza una afrenta. Se podrá argumentar que se trata de una empresa privada, pero conviene recordar que el Santander se autofinancia con dinero público al 1% y en cambio esa entidad a sus clientes, cuando lo considera oportuno, se lo presta hasta el 8 por ciento y con garantías personales draconianas. Requisitos que no exigen a sus altos cargos y buena prueba de ello son los 18,7 millones en préstamos (a bajo interés, por supuesto) que recibieron recientemente sus consejeros.
Sabido es que en España sigue aumentando el paro hasta más de 5,3 millones y que infinidad de empresas siguen estando con el agua al cuello, y mucha culpa de ciertos bancos, entre ellos el Santander. Mientras, las entidades financieras siguen sin abrir el grifo crediticio para que las empresas puedan ser viables y generen empleo, aunque eso sí, los beneficios de los bancos, aunque algo menores que otros años, continúan imparables. Contradicciones del sistema.
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