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El buen protocolo aporta imagen y negocio

2 de Abril del 2012 - Carlos Fuente

La crisis económica que vive nuestro país, como muchos otros europeos y no europeos, ha sacudido de forma negativa a muchos sectores profesionales, entre los que no podía quedarse al margen el relativo a los técnicos responsables de organizar actos en las instituciones públicas y empresariales, los más tradicionalmente conocidos como técnicos de protocolo. Los recortes presupuestarios que afectan a todas las partidas públicas y privadas han dado un fuerte tijeretazo a la inversión en comunicación y, en consecuencia, los gastos e inversiones en eventos institucionales y corporativos han disminuido proporcionalmente. Aunque el número de actos habidos en los dos últimos años viene siendo similar, lo cierto es que se han impuesto los de bajo presupuesto.

En principio, que las actividades protocolarias de unas entidades y otras hayan reducido presupuesto parece lógico y necesario. Hay que rebajar gastos y hay que apretarse el cinturón. Sin embargo, la crisis se ha llevado por delante el concepto de protocolo en su vertiente profesional. Las continuas noticias y debates acerca de rebajar los gastos de protocolo, o de que tal alcalde o concejal se «ha pulido» en protocolo tal dinero, o incluso que algunas instituciones públicas hayan suprimido el departamento de protocolo para sustituirlo por otro similar llamado «eventos», ha generado una enorme confusión con respecto a la profesión.

Los profesionales de protocolo y eventos nos encontramos ahora en una difícil encrucijada en el sentido de que, por un lado, la sociedad en su conjunto nos asocia a gastos innecesarios (comidas, cócteles, regalos, viajes, etcétera). Algo que, por otra parte, no es estrictamente protocolo, sino gastos de representación en los que su mayor parte los profesionales no tenemos competencia alguna. Por otra parte, la misma sociedad considera el protocolo como algo propio de familias reales, poder, jerarquía, etiqueta, saber estar, glamour, azafatas, corbatas, trajes largos y un sinfín de conceptos que no hace muchos meses la primera cadena de televisión de este país recogía en una encuesta en la calle. Existe en la sociedad un gran desconocimiento de lo que es la profesión de protocolo y eventos, del importante trabajo que realizan sus profesionales, que son los primeros en tratar de conseguir que la organización de un evento o la atención protocolizada de una institución pública o privada no sean un gasto, sino una inversión, y que incluso gracias a su participación el desembolso que genera se reduzca notablemente y, por el contrario, los objetivos que se pretendían alcanzar con la organización de estos actos se hayan conseguido y, en consecuencia, haya propiciado la consecución de proyección de imagen y marca o sencillamente de beneficios.

La Real Academia Española tampoco ayuda mucho al sector profesional con la inexistencia de una definición en protocolo con la que nos podamos identificar. En su tercera acepción, la única que se aproxima a esta cuestión, señala: «Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre». Evidentemente, nuestros académicos deberían revisar esta cuestión, pues ahora ni es regla palatina, ni diplomática, ni todo viene definido por una norma o una costumbre. Tampoco ayuda a los profesionales la proliferación de cursos de moda llamados «de protocolo», donde lo único que se enseña es a vestir adecuadamente para una gala o cómo poner, vestir o servir una mesa.

Subtítulo: El movimiento Queremos Organizar Eventos (QOE) celebrará en Madrid su primera gran asamblea nacional, con el objetivo de lograr sensibilizar a la sociedad de la importancia de esta disciplina

Destacado: La Real Academia Española debería revisar sus definiciones sobre protocolo, pues los profesionales del sector no se sienten identificados con ninguna de sus acepciones

Existe un gran desconocimiento acerca de nuestro trabajo como profesionales del sector de la organización de eventos, que ocupa de forma directa o indirecta a más de medio millón de trabajadores en nuestro país, que ni tan siquiera pueden inscribirse como tales en el Inem porque no existe la casilla de «protocolo y eventos», pese a ser ya un título universitario oficial, grado europeo aprobado por el Consejo de Ministros en 2011 y que ya desde el año 2010 lo imparte la Universidad Camilo José Cela, y a partir de septiembre de este año lo hará también la Universidad Miguel Hernández. Y pese a existir un máster oficial en Dirección de Protocolo que habilita para el doctorado en la primera de aquellas universidades. Debe recordarse que uno de los principales sectores que aportan al producto interior bruto español es precisamente el mundo del protocolo y los eventos, porque el mercado de reuniones, congresos, convenciones, etcétera, es muy importante en la economía general de nuestro país y de nuestras ciudades. España es destino preferente en este tipo de eventos y quienes los organizan son profesionales. Y España cuenta con un buen plantel de profesionales.

Por eso, conscientes de que la profesión de técnico en protocolo y eventos es esencial en la economía de nuestro país, en la promoción de la marca España, en las relaciones sociales, empresariales, institucionales e internacionales, en la búsqueda y captación de nuevos negocios y mercados, en la consecución de marcos idóneos de encuentro que favorezcan la consecución de objetivos, casi un millar de profesionales se una unido en torno a un reclamo: «Queremos Organizar Eventos», algo que han llevado a las redes sociales y que ha generado ya más de un millón de comentarios . QOE, como le llamamos, pretende en primer lugar demostrar a la sociedad en general la importancia que tiene nuestra profesión en las relaciones diarias de las instituciones públicas y de las empresas. En segundo lugar, trasladar a la sociedad que protocolo es algo muy distinto de lo que la mayoría de las personas piensan, que no nos dedicamos a explicar cómo se come un huevo frito, sino a establecer cuál es la mesa idónea para que dos consejos de administración sean capaces de reunirse para alcanzar acuerdos, o, en el plano más institucional, para que se cumplan las normativas existentes sobre símbolos del Estado, precedencias de autoridades o acercamiento de la institución a la sociedad, por citar solo una ínfima parte del vasto campo de trabajo que cubrimos.

A través de QOE pretendemos demostrar que una empresa con un buen servicio de protocolo y eventos está invirtiendo para obtener beneficios, y en el caso de una institución pública, para romper con la lejanía que a veces muestra con respecto a quienes sirve. Los profesionales de protocolo hemos sido desde siempre los primeros en planificar eventos con una dimensión acorde con los objetivos y de acuerdo con un presupuesto lógico. Como en todo, es cierto que determinadas prácticas de dudosa ética o aplicación de comisiones desmedidas han hecho mucho daño a la profesión. Incluso determinados casos judiciales hasta ahora en boca de todos a costa de concesiones irregulares de organización de actos. QOE quiere separar estas excepcionalidades, que, además, precisamente, no están lideradas por profesionales, sino por allegados que a través de una empresa han querido hincar el diente en unas partidas que no cumplían sus objetivos esenciales.

El pasado 25 de febrero, QOE se constituía en Madrid y aprobaba celebrar su primera gran asamblea para debatir el cumplimiento de estos objetivos mediante diferentes acciones de sensibilidad institucional, social y mediática. Para una profesión que ya hace décadas dejó de ser una mayordomía para convertirse en una cantera de auténticos profesionales de la organización, preparados adecuadamente, con unos estudios oficiales que los respaldan y les dan el valor añadido académico y científico, es necesario hacer saber que protocolo no es igual a gasto, o a recorte en tiempos de crisis. El buen profesional tiene la creatividad suficiente para saber ajustar objetivos, medios y presupuestos. Ponemos mucho en duda que eso lo puedan lograr personas ajenas a la profesión que a modo de intrusos se cuelan en nuestro sector y lo dañan ferozmente.

Otro objetivo, pues, es potenciar al profesional preparado y dar reconocimiento al experto experimentado y acreditado. Por eso, la denuncia del intrusismo, el apoyo a las asociaciones profesionales existentes en nuestro país, el reconocimiento oficial de la profesión en el Ministerio de Trabajo para que entre oficialmente en el registro nacional de profesiones y la posible creación de un colegio profesional son otros de los objetivos primordiales que tiene este movimiento que busca ponerse al servicio de la sociedad en estos momentos tan duros y complejos para todos los españoles y europeos. Por eso, la cita del 18 y 19 de mayo de este año en Madrid (celebración de una gran reunión) ha de servir de primer paso para que el protocolo comience a mirarse con otros ojos, como una profesión más que hoy podemos garantizar comienza a ser imprescindible en todas las instituciones y entidades. A los hechos nos remitimos.

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