Laurita Campa, que estás en los cielos
Tras cruzar uno de los más largos y crudos inviernos de su vida, ha muerto una rosa en el umbral de la primavera. Ha muerto Laura Campa. Ha muerto Laurita. Y hecha cenizas, ha vuelto a Lugones, su pueblo natal.
Tu huida hacia la eternidad me trae a la memoria cuando, a finales de los noventa y en presencia de tu hermana María Luisa, que tanto os quisisteis, me sugeriste firmar con el sobrenombre de Morocho –«que es muy bonito», añadiste– aquel ramillete de versos que escribí cual reto personal, recopilados en un libreto no venal, bajo el título «La isla de mis versos», y así consta en su presentación.
Hoy, en la distancia, deseo dedicarte aquél que, incluido en el mismo, dice:
«Trepas sigilosamente / por las paredes tristes de mi alma / como la hiedra».
José Antonio Coppen Fernández, Lugones
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