Un momento para el entendimiento
Al margen de interpretaciones ideológicas, si algo se deduce objetivamente de los resultados del pasado día 25 es que los asturianos, como conjunto, no han querido dar el poder absoluto a ninguna fuerza política.
Sin embargo, a pesar de la división social en cuanto al sentido del voto, si algo coinciden en señalar la mayoría de los ciudadanos es la necesidad de llegar a grandes acuerdos entre los distintos grupos políticos. Acuerdos que permitan sacar de una vez a nuestro Principado de la crisis omnímoda que padece desde hace tantos años.
La lógica y el sentido común dictan que ese consenso debe ser buscado primero entre las fuerzas ideológicas más afines. Habrá puntos de concordancia y, cómo no, de discrepancia, y serán necesarias las concesiones por ambos lados. Pero eso es lo que aprendimos de los tiempos de la Transición. Que los grandes pactos requieren acercamiento de posturas, con una mente abierta, donde todos estemos dispuestos a ceder en algo.
No es el momento de imponer condiciones previas. Asturias no puede permitirse otros ocho meses de ingobernabilidad. Y eso es precisamente lo que está en juego: no el color del Gobierno, sino la gobernabilidad de la región.
Nadie dijo que fuera fácil. Pero los acuerdos son posibles, y cometeríamos una irresponsabilidad si no los buscásemos. Aun cuando fuese necesario un mayor número de fuerzas para garantizar la gobernabilidad, no deberíamos contemplar este hecho como un percance, más bien como una oportunidad. Los grandes pactos son tales precisamente porque buscan sumar a ellos el mayor número de fuerzas posible. Sea o no necesario para alcanzar mayorías, cualquier diputado debería ser bienvenido a este gran consenso, pues con su participación contribuirá a hacer más legítimas las decisiones del Parlamento asturiano y a la recuperación de la credibilidad política.
Es fácil gobernar con mayoría absoluta, o de la mano de con quien tienes plena coincidencia ideológica. Lo difícil es saber llegar a pactos sobreponiéndose a las discrepancias. Como dijo Tolstoi, es más fácil hacer leyes que gobernar. Pero en ello, en saber hacerlo, reside el espíritu de los grandes líderes. Grandes líderes como los que ahora necesitamos.
Es el momento de tener altura de miras. Por el bien de todos.
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